lunes, 6 de agosto de 2012

Capítulo 5

Después de cenar se fue a su habitación y cogió dudosa la Blackberry.

"¿Lo llamo?" pensó.

Estaba claro que quería recuperar su móvil y por mucho que quisiera negarlo sentía curiosidad por aquel chico. Tuvo tentaciones de mirarle el móvil, ver como se llamaba, si tenía novia, ¡quería saberlo todo de él! Pero se había contenido. Ahora esas ganas volvían a acecharla. Estaba a punto de hacerlo. Entonces el móvil comenzó a vibrar en sus manos y el corazón empezó a latir mucho más rápido de lo que podría ser saludable.

-¿Si?

-¿Cariño? – contestó una voz femenina desde el otro lado del teléfono y sintió cómo su corazón volvía a su ritmo habitual. -¿Eres tú? ¿Con quién estás?

- Mmmm… no, no soy… él.- se dio cuenta de que no sabía ni su nombre.

"¡Mierda, tenía novia!, ¡Mierda! ¿Por qué me importa?"

-¿Y tú quién eres? – preguntó enfadada.

- Ariana…

-¿Ariana? ¡Joder, ahora lo entiendo! Dile a ese capullo que no me llame más. – estaba histérica y gritando, ¡menudo mal entendido!

-Perdona pero, no es lo que parece. Verás resulta que…

"¿Acabo de decir que no es lo que parece? ¡Qué tonta soy!"

-¿¡Qué no es lo que parece!? – gritó interrumpiéndola. – Creo que está todo muy claro.- y colgó.

¡Qué marrón! ¿Cómo iba a explicarle que había contestado a una llamada que no era para ella? ¿Cómo iba a poder explicarle que su novia lo había dejado, y por su culpa? Entonces el móvil sonó de nuevo sacándola de sus pensamientos y su corazón volvió a latir hasta límites insospechados.

-¿Hola?

-¡Hola! – pausa – Esto… ¿Por casualidad no serás la chica a la que casi mato hoy a la mañana, no?- lo que provocó la risa de Ariana.

-Pues has dado en el blanco, porque esa soy yo.- ahora el que reía era él, incluso por teléfono su risa tenía fuertes efectos sobre ella.

-Siento mucho lo de la mañana, enserio, pero me parece que vas a tener que verme una vez más. Para intercambiarnos los móviles, ya sabes. Prometo ir con cuidado.

-Entonces creo que podré superarlo. – y nuevamente esa risa que la volvía loca.

- Aunque si prefieres yo me quedo el tuyo, es mucho más nuevo que el mío aunque tiene algunos roces por la caída.

- ¡Ni lo sueñes! Es mi regalo de cumpleaños. – hablar con él le resultaba sencillo, sólo tenía que dejarse llevar y decir lo primero que se le ocurría en ese momento y por increíble que pareciera no le daba corte ni vergüenza de ningún tipo, era como si su timidez con él ni existiera.- ¿Cómo de rozado está?

- Un poco, sólo superficialmente. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

-¡Hoy!

-¡No me jodas, ahora me siento peor, tiré al suelo a una cumpleañera! – y ambos se rieron.- Por cierto, felicidades.

-Gracias.

-Bueno y ¿cómo hacemos para devolvernos los móviles?

-No sé, ¿cuándo tienes un hueco libre?

-¿Te viene bien el domingo? ¿A las cuatro?

-Sí, perfecto.

-Entonces nos vemos a las cuatro. ¿En frente al Starbucks del centro?

-Genial. Hasta el domingo, y no me gastes mucho el saldo.- pensó que se moría cuando lo volví a escuchar reír.

-Tranquila, procuraré no hacer demasiadas llamadas.- estaba a punto de colgar cuando se acordó de que tenía algo muy importante que decirle.- Adi…

- ¡Espera! – lo cortó- Se me olvidaba, antes llamó tu novia y… - "¡Tierra trágame!" – dice que te deja y que no le vuelvas a llamar. –silencio al otro lado. – Lo siento, contesté y pensó que era tu amante o algo así, lo siento, lo…

-¡Hey, tranquila! La iba a dejar en cuanto pudiera hablar con ella, en el fondo me has hecho un favor no sabía cómo decírselo, así que gracias.

-Eeeeh… de nada, supongo. -¡No se lo podía creer! – Bueno, adiós nos vemos el domingo.

Parecía que ninguno de los dos quería acabar con esa llamada.

-¡Espera! ¿Cómo te llamas?

-Ariana.

-Ariana. – y al oír como pronunciaba su nombre pensó que podría ser capaz de volar. – Encantado, yo soy
Cristian. – y colgó.

Cristian… y entonces en su estómago apareció un cosquilleo y esta vez su corazón era incapaz de disminuir su ritmo.
Esa noche fue la primera que soñó con él. Llegaba tarde a clase, así que se echó a correr pero sin prestar demasiada atención a lo que hacía y de repente chocó contra algo y me cayó al suelo. Había chocado contra un chico, un chico guapísimo que le tendió la mano para ayudarle a levantarse. Cuando estaba de pie, a menos de dos centímetros de él, se miraron fijamente a los ojos ¡qué ojos! De forma involuntaria sus labios empezaron a aproximarse, estaban muy, muy cerca y entonces…

Biiiip,biiiiip,biiiiip.

"¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Es sábado! ¿Por qué algo me despertaba?"

Y lo peor de todo.

"¿Por qué alguien me sacaba de mi sueño?"

Biiiiiip,biiiiiip,biiiiip.

Era el móvil, lo cogió y lo miró. Un nuevo mensaje, ¿lo abría? Al fin y al cabo ese móvil no era suyo, pero al final la curiosidad pudo con ella.

Oye, todo lo que le dije ayer a esa chica era mentira, lo dije sin pensar. Confío en ti y sé que sólo fue un malentendido. Te quiero, Sandra
.

No podía ser, pero por otro lado él mismo la había dicho que ya no le interesaba que le había hecho un favor al haber contestado, entonces no tenía de que preocuparse ¿no? Esto no podía estar pasando, a penas lo conocía, más bien NO lo conocía y ¿ya le jodía que tuviera novia? Pero al ver como se llamaba cogí el móvil y miré sus imágenes, conseguí encontrar una con el título "Sandra y yo" En la imagen aparecía una chica preciosa de ojos color miel y larga melena lisa castaña con una gorra en la cabeza, que sin duda era de su novio. A su lado estaba Cristián sonriendo, parecía feliz, demasiado feliz. Era la misma chica que parecía con él y el perro en el fondo de pantalla. Definitivamente estaba paranoica, era solo una obsesión causada por su físico perfecto, sí, sin duda era eso. Y tratando de hacerse un lavado de cerebro para convencerse de que esa era la razón de su obsesión con ese chico se volvió a dormir, era sábado y por nada del mundo pensaba madrugar.


Se despertó a las doce, se dio una ducha rápida y repitió el proceso de secado y alisado del pelo. Pasó de desayunar ya que dentro de poco sería la hora de comer y se apalanqué en el sofá a ver la televisión. Después de comer trató de llamar a alguien para no pasar una tarde de sábado en casa a base de películas, palomitas y chocolate, pero nadie le contestaba al teléfono, así que se puse a elegir una película. Al final me decidí por Historias de San Valentín, una comedia romántica que cuenta varias historias durante el día de San Valentín. Hizo palomitas, cogió chocolate y se tumbó en el sofá. Cuando estaba a punto de darle al play le habló su madre.

-¿No sales?

-No mamá, hoy todo el cosmos ha conspirado contra mí para que me quede en casa.

-¿Perdona?

-Nadie me coge el teléfono.- dijo riendo.

Y se sentó a su lado en el sofá y vieron juntas la película. Extrañamente pudieron verla acabar entera y del tirón, Nerea había salido con Alberto y una amiga y no volvería hasta que empezara a oscurecer. Cuando acabó la película pusieron otra, esta vez Tres metros sobre el cielo, la versión española. La había visto mil veces y aún no se cansaba. Cuando faltaba una media hora para acabar la película llegó Nerea y no les quedó más remedio que pararla, con Nerea cerca era imposible ver una película. Entonces sonó el teléfono.

-¿Diga?

-¡Morena, ponte el vestido y lo más guapa que puedas! En media hora estoy en tu casa. – La voz de Erica sonaba emocionada.

-Primero tendré que preguntar si me dejan salir ¿no?

-Tranquila, tu madre ya sabe de qué va todo. – y así, dejándola con la palabra en la boca le colgó. ¿Qué tramarían?

Fue a su habitación y algo confusa se puse el vestido, una blazer gris y unos tacones del mismo color. Eligió unos pendientes grandes y plateados y se puso el pelo liso hacia un lado. Se maquillé un poco pero no en exceso, un poco de base, pintalabios, raya y poco más. Estaba cogiendo un bolso cuando llamaron al timbre.

-¡Mamá, dile que bajo ahora!

Salió corriendo hacia la puerta.

-Espera- dijo su madre. Le remangó un poco las mangas de la blazer. – Así mucho mejor, pásalo bien.- y le dio un beso.

Llamó al ascensor y se preparó para la misteriosa sorpresa que le habían preparado sus amigas, conociéndolas podría ser cualquier cosa por lo que abandonó la idea de intentar adivinarlo, fuera lo que fuera la noche no iba a estar mal, iba a divertirse o al menos eso intentaría y si sus amigas estaban con ella ¿qué podía salir mal?
 
 

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