miércoles, 28 de septiembre de 2011

Capítulo 9

Después de comer  decidí llamar a Erica y hablar un rato con ella. Al tercer “pii” alguien cogió el teléfono.
-¿Hola?- era la madre de Erica.
-Hola, soy Ariana ¿está Erica?
-Sí, ahora mismo te la pongo.                                                                                                                                                                     Erica y su madre eran prácticamente iguales, ambas tenían melena rubia y lisa y unos preciosos ojos azules. Al igual que Erica, su madre era una persona muy agradable y cálida. Personas como ellas no había muchas.
-Hola Ari. – dijo Erica.
-Hola.
-¿Has hecho los deberes de matemáticas? ¡Son imposibles!
-¿Qué tal tu cita con Yago?
-¿Qué? ¿A qué viene ese cambio de tema?
-Curiosidad nada más, como aún no me habías contado nada…
-No lo había hecho porque aún no hemos quedado… -noté que su voz sonaba un tanto triste.
-¿Cómo qué no?
-No, no ha tenido tiempo, está muy liado con los entrenamientos.
-¿Tantos días?
-Sí, tiene un partido muy importante o algo así.
-¿Hoy entrena?
-Sí.
-Tengo una idea.
-No me gustan tus ideas.
-Arréglate, en diez minutos salgo a buscarte.
-¡Pero los deberes de matemáticas…!
-¡Olvídate de ellos y ponte guapa!- y colgué antes de que pusiera otra excusa.
Sin perder el tiempo me cambié el vestido por unos vaqueros verdes, una camisa vaquera, una básica blanca y las All Star del mismo color. Me hice una trenza de lado y cogí mi Blackberry para mandarles un mensaje a Vero y a Laura: “¿Hace ir a ver un partido de fútbol?”  En menos de un minuto Vero ya había contestado: “No hay nada mejor que hacer, dime sitio y hora.” Poco después contestó Laura “¿Por qué no?” Les mandé el lugar y la hora y salí a buscar a Erica.
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-Sí, ahora baja.
Tres minutos más tarde Erica estaba abajo. Estaba preciosa, como siempre, llevaba una falda alta negra,  una camiseta blanca con lunares negros y como aún hacía frío medias y una gabardina negra.
-¿Me vas a explicar de qué va todo esto?- preguntó un poco molesta.
-Ya lo verás.
-Pero…
-No te preocupes, ya te dejaré copiar los deberes de matemáticas.
-¿Los tienes?
-¿Estás dudando de mí?
-¡Eso nunca! – y echamos a reír.
Al cabo de diez minutos estábamos frente al campo de fútbol.
-Creo que empiezo a captar de que va la cosa.- dijo.
-He invitado a las chicas, espero que no te importe.
-Tranquila, ya se lo he contado todo. Son demasiado listas.
-¡Estamos aquí! – gritaron dos voces desde las gradas.
-¿Lista? – le pregunté a Erica.
-Supongo que sí.
-No venimos a ver un entrenamiento porque de repente te interesa el fútbol ¿verdad?– dijo Laura.
-Pues no, he pensado que si Yago no va a Erica, Erica irá a Yago.
-No te entiendo, – soltó Vero.-  en cristiano, por favor.
-Que si Yago no tiene tiempo para ver a Erica, Erica irá a ver a Yago, ¿entendéis?
-Hoy estáis a hacerme la competencia ¿no? – bromeó Laura y todas reímos.
-¿¡Quién es el número cinco!? – preguntó Vero muy interesada.
-Si consigo hablar con Yago le diré que te lo presente. – Contestó Erica y la cara de Vero mostró que estaba satisfecha con aquella respuesta.- ¡Es él, es él, el número siete!
-¿Y ahora qué hacemos Ari?- inquirió Laura.
-Pues no sé, llamar su atención para que sepa que estamos aquí ¿no?
-¿Cómo?
-Pues no se… ¿Gritando?
-¡Número cinco, estás muy bueno!-gritó Vero.- ¿Así?
 -No sé…
-¡Sí así, que el cinco se acaba de girar!
-¿Y quieres que grite “Yago que bueno estás”? – preguntó Erica.
-Eso sabemos que funcionaría.
-Tengo una idea, - dije- Vero sigue gritándole al cinco y a lo mejor se acaban girando todos para ver quién es la loca que grita.
-Haré que no he oído la parte de loca. – suspiró. – Que conste que lo hago para que me presenten al cinco.
-Sí, sí.- le contesté.- Ahora grita.- y se puso a gritar todo lo que se lo ocurría.
-¡Funciona! – gritó Laura. – Yago se acaba de girar.
-¡Erica salúdalo! – dije y comenzó a saludarlo con la mano.
-¡Me ha visto y me ha sonreído!- dijo Erica ilusionada.
-¿Y ahora? – quiso saber Laura.
-Ahora esperaremos aquí a que acabe el entrenamiento y con un poco de suerte Yago vendrá a decirte algo.
-Y le pedirás que me presente al número cinco.- añadió Vero.
-Sí, te lo prometo. Pero primero tiene que venir.
-Tía, ¿te has visto? ¡Cualquiera te dice que no con esa falda! – dijo Vero.

Media hora después el entrenamiento había acabado.
-Se acaban de ir a los vestuarios, ¿vendrá? – preguntó Laura.
-Más le vale, si no voy yo para dentro.
-Vero, todas sabemos que no te importaría hacerlo. – y nos echamos a reír por la broma de Laura.
-Están tardando mucho ¿no?
-Vero, tienen que ducharse.
-Ah bueno.
-¡Empiezan a salir! – informé.
-Sí, pero ninguno de los dos sale.- protestó Vero.
-Ya saldrán.
-Que lo hagan pronto.
-¡Mira ahí sale Yago!- dijo Laura. – Y con tu chico.
-Acaba de mirar hacía aquí y sonrío al verte. – dije emocionada.
-Erica, no lo olvides ¿vale?
-¡Que no, pesada!
-¿Y dónde nos quedamos nosotras? – preguntó Laura.
-Pues hasta que llegue aquí, después… cerca para escuchar.
-Eso es invasión de la intimidad. – protestó Erica.
-¡Pero si nos lo vas a contar después, es un trabajo que te ahorras! Y no te olvides de…
-¡Que no!
-Hola Erica. Hola chicas.
-Hola. – dijimos.
-Bueno nosotras nos íbamos. – dije. – Adiós Erica.
-Chao. – dijeron Laura y Vero.
-Ya hablamos chicas.- y nos fuimos.
-¿Y ahora dónde?
-Mmm… poneos aquí detrás.

-¿Y tú por aquí?- preguntó Yago.
-Pues ya ves, pasábamos por aquí y Vero, la chica que gritaba, vio a tu amigo el número cinco y quiso ver el entrenamiento.
-¡Qué chavala!
-¡Sí!- y rió.- Me ha pedido que te diga que si se lo puedes presentar…
-Eso está hecho. ¡Aitor ven un momento!
-¿Qué pasa?
-La chica que no paraba de gritarte quiere conocerte.
-¿Y dónde está?
-Se acaba de ir ¿no?
-Sí, creo que sí.
-¡Erica, se me olvido decirte algo! – dijo Vero que en cuanto vio la oportunidad salió a escena.- Ah, hola.
-Hola.- dijeron Yago y Aitor.
-Bueno, Verónica Aitor, Aitor Verónica. – dijo Yago.
-Encantada. – contesto Vero con la mejor de sus sonrisas.
-Lo mismo digo. Bueno Yago ¡nos vemos mañana!
-¿Por dónde vas? – preguntó Vero.
-Pues voy hasta la parada del autobús que hay ahí arriba.
-Si quieres te acompaño, yo también voy para allá.
-¿Si? ¡Pues vamos! – y se fueron juntos, aunque estaba claro que la casa de Vero estaba hacia el otro lado.
-Al final no te ha dicho eso que se le había olvidado. – apuntó Yago.
-Da igual, ya es feliz. – dijo Erica sonriendo.
-Me alegro de haberla hecho feliz. – y ambos se rieron.- Erica, siento no haber podido quedar contigo como te prometí.
-No pasa nada, de verdad.
-De verdad que lo siento, siento no haber podido sacar tiempo para ti, porque tú me importas Erica, yo…
Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing Riiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiing
¡No podía ser era mi móvil!
-¿No coges? – preguntó Yago.
-No es el mío.
-El mío tampoco… - en ese momento me vio y yo no sabía dónde meterme.- Cógelo ¿no?- dijo un tanto molesto.
-Sí, ya va. – dije toda roja.
-De todas formas las palabras no se me dan demasiado bien. –suspiró. – Por favor, escucha esta canción, – y le anotó algo en el móvil- es más o menos lo que quería decirte. – y se fue.
Pensé que Erica iba a matarme y en lugar de eso sonreía de oreja a oreja.
-¿No tienes ganas de torturarme, matarme o aniquilarme?
-No, me vas a dejar tus deberes de matemáticas.- y reímos. - ¿Quién te llamó?
-No sé, no conocía ese número.
-¿Puedo salir ya?- preguntó Laura, Erica suspiró y aquello hizo que estalláramos en risas.
-Me lo tomaré como un sí.
-¡Venga llama para ver quien es el que nos ha interrumpido! – y obedecí.

-Hola Ariana. – al escuchar aquella voz un cosquilleo recorrió mi estómago y mis labios comenzaron a torcerse en una sonrisa.
-Hola Dani.

lunes, 26 de septiembre de 2011

Capítulo 8.

Cuando me desperté ya era día uno, uno de febrero y mi nueva vida estaba a punto de comenzar. Me levanté con el pie derecho (literalmente), no tenía sentido estropear aquel día por un detalle tan pequeño ¿no? Estaba eufórica por experimentar aquel cambio y había decidido no darle vueltas al tema de Dani y decidirlo en el momento, lo que tuviera que pasar, pasaría.                                                                                                                                                                Salí prácticamente bailando de la habitación, ¿por qué el hecho de cambiar de mes me afectaba tanto?
-¿Y esa felicidad? – preguntó mamá.
-¿Qué pasa, no te gusta verme sonreír? – le dije sin ningún tipo de malicia ni nada que pudiera enfadarla.
-Claro que me gusta verte feliz, me encanta tu sonrisa. – y me dio un beso en la frente.
Me tomé el desayuno todo lo rápido que pude, quería tener tiempo para arreglarme, aquel día me apetecía ir realmente especial. Decidí ponerme un vestido blanco y negro con un cinturón a juego. El frío que hacía me pedía unas medias y un buen abrigo así que no tuve más remedio que ponérmelos y salí de casa dando tumbos. ¡Qué felicidad más tonta!                                                                                  A medida que me aproximaba al lugar donde lo había conocido estaba más y más segura de que aquella alegría y optimismo se acabarían en un visto y no visto, pero para mi sorpresa llegar a allí sólo me hizo parar por un segundo. Aquellos escasos diez minutos en los que estuve con él aparecieron en mi mente en algo que duró menos de un segundo y se esfumaron dejando paso otra vez a la felicidad. No podía entenderlo, nadie podía dejar de querer a alguien de la noche a la mañana, ¿explicación? Ninguna, tal vez mi concepto acerca del amor estuviera demasiado sobrevalorado o tal vez, no muy claro.
Me había tomado el camino con tanta calma que cuando llegué ya era la última. Nadie excepto Erica sabía el porqué de aquel bajón emocional que había vivido hacía unos días, había decido no contárselo para no preocuparlas, aunque no eran tontas y se habían dado cuenta de que algo pasaba.
-¡Mira una chica sonriente! – gritó Laura.
-¡Muy sonriente! – apuntó Vero. - ¿Piensas contárnoslo? – y como no me gustaba que hubiera secretos entre nosotras se lo conté todo, el plan de Erica incluido.
-Va a ser que Erica es más lista que tú, Laura. –dijo Vero.
-La verdad es que la idea no es tan mala… - reconoció Laura.
-¿Lo ves? – dijo Erica mirando hacia mí.
-¿Y qué vas a hacer? – preguntó Vero antes de que pudiera decir nada en contra de la “brillante idea” de Erica.-Con Dani, ya sabes.
-Pues he decido no pensarlo, no darle vueltas, que me salga en ese momento lo que tenga que salir, ¿entiendes?
-Supongo que sí, es algo raro, pero está bien.- y sonó el timbre que indicaba que la primera hora estaba a punto de empezar y que el momento en el que tomar una decisión estaba más cerca que nunca.
Las dos primeras horas fueron tranquilas, en ninguna coincidía con él así que no tenía que preocuparme. Por otro lado quería verlo y sacarme ya ese peso de encima, y así, indecisa entre si quería o no verle y entre que iba a hacer llegó la hora del recreo y ahí sí que coincidíamos.
Me encontré con las chicas en nuestro rincón habitual y parecían incluso más nerviosas que yo.
-¡Está allí! – dijo Erica muy fuerte, lo suficiente para llamar la atención de varias personas y prácticamente la Dani.
-¡Shhhh! No grites. – le espeté.
-Demasiado tarde, te ha visto. – me informó Laura y ya no sabía dónde meterme.
-Ni se te ocurra esconderte otra vez. – me dijo Vero, suspiré, estaba muy nerviosa.
-¿Viene hacía aquí? – pregunté.
-No.- y cuando estaba a punto de suspirar de alivio. - ¡Sí, sí que viene!
-¿Preparada? – preguntó Vero.
-No, para nada.
-¿Tienes algo pensado? – quiso saber Laura.
-No, nada de nada. ¡Estoy empezando a híper ventilar! – notaba que mis nervios iban en aumento.
-Relájate y déjate llevar, ¡improvisa!
-Hola chicas. – dijo una voz que conocía muy bien. “Respira” dije para mí.
-¡Hola! – dijeron las tres sonrientes.
-¿Me puedo llevar un momento a Ariana?- estaba a punto de decirle “No, no puedes” pero mi timidez me lo impidió por completo. Entonces tuve la esperanza de que alguna de mis amigas quisiera socorrerme y que le dijera algo parecido a “Lo siento, estábamos hablando” en cambio lo que escuché fue un:
-Claro, no hay problema. – al unísono.
-¿Vamos? – me preguntó y fui con él.
Fuimos en silencio hasta la otra esquina del patio y sentí como los ojos de la mayoría de mis compañeros, incluidos los de mis amigas, se clavaban en nosotros y pude ver que estaban sumamente intrigados. Si a lo nerviosa que estaba le sumaba lo observada que me sentía obtenía un resultado demasiado desagradable. Y de repente decidió romper aquel silencio y estaba preparada para lo peor, sin embargo lo que dijo fue:
-Lo siento. – y sus palabras sonaron realmente sinceras y arrepentidas, pero yo no entendía porque me pedía perdón.
-¿Qué? – dije un tanto avergonzada por no poder seguirle la conversación.
-Que lo siento, siento lo del otro día, lo de tu cumpleaños. Siento haberte ofendido, y espero que no tengas una opinión equivocada de mí, yo… yo no quiero hacerte nada malo Ariana, es solo que había bebido demasiado y…
-Tranquilo ¿sí? Por mi parte está todo olvidado.
-Pero es que me siento tan avergonzado que…
-Déjalo estar, borrón y cuenta nueva ¿vale?
-Está bien, - y vi cómo se le iluminaba la cara con una gran y preciosa sonrisa. – pero de verdad lo siento, nunca he querido hacerte daño Ariana, tú… - noté como la duda aparecía en sus palabras por primera vez desde que lo conocía. – tú me importas mucho Ariana. – y ahí ya no supe que decir. – Y ya sé de sobra que somos como estrellas diferentes, como universos paralelos, como el hielo y el fuego, como agua y aceite, y que cuando yo diga sí tú probablemente digas no, que cuando tu vienes, yo voy. Pero finalmente esas dos estrellas brillan por igual y aunque tú vengas y yo vaya siempre lograremos encontrarnos. Y sí, somos diferentes, muy diferentes, pero juntos podríamos lograr crear esa combinación prácticamente perfecta, porque Ariana te quiero, estoy enamorado de ti desde el primer día en  que te vi.- y aquello me dejo boquiabierta, la facilidad y la seguridad con la que había dicho todo aquello y la belleza de aquellas palabras hizo que mi respuesta saliera por sí sola y lo besé. Y noté como empezaba a relajarme, como todos mis nervios comenzaban a cesar y me limité a besarle, a darle a entender que podríamos intentarlo, que podría funcionar, simplemente a hacerle feliz.                                                   Cuando nos separamos me abrazó con fuerza, como si no quisiera separarse nunca más de mi. Vi que todos los ojos del patio estaban clavados en nosotros dos y los de mis amigas estaban enormemente impactados, aquello sí que no se lo esperaban.
-Podría funcionar. – le susurré al oído y supe que en aquel momento estaba sonriendo.
-No podría, va a funcionar. –y volvió a besarme, más dulce, más suave, más lentamente y no podía imaginar nada mejor. – Este uno de febrero será para siempre.
Estuve todo lo que quedaba de recreo con él, estuvimos abrazados y hablando. Me contó un montón de cosas que nunca habría esperado de él como que le encantaba dibujar y prometió enseñarme algunos de sus bocetos. Descubrí que me gustaba escucharle, que todo lo que decía tenía sentido y parecía sonar bien y cuando sonó el timbre desee poder seguir con él.
-Adiós… - le dije.
-Adiós. – y cuando estaba a punto de irme me agarró de la mano y tiró de mí hacía él para darme un último beso, que probablemente pudo superar cualquiera de los otros que nos habíamos dado.
A continuación del recreo tenía Lengua, la profesora nos tenía sentados por orden de lista por lo que tenía la suerte de poder sentarme al lado de Laura, Erica y Vero estaba bastante más adelante.
-Para no saber qué hacer respondiste muy bien, ¿no crees? – bromeó.
-¡Cállate!- le dije en voz baja.
-Al final Erica sí tenía razón, ¿no?
-Las dos del fondo, ¡a callar! – nos reprendió la profesora.
-Se podría decir que sí.
-Ya nos contarás todo lo que paso después, ¡con todos los detalles! ¿Está bien?
-Prometido.
-¡O se callan o las echo!- y guardamos silencio y atendimos a la explicación sobre el verbo, sus funciones y todo lo demás.

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-¡Odio los lunes! – soltó Vero a la salida.
-Creo que todas menos Ariana, odiamos los lunes. – repuso Laura.
-¿Perdón?
-Después de lo de hoy creo que empezarás a cogerle cariño a los lunes ¿no? – explicó Laura y todas reímos.
-Puede ser. – contesté.
-Pero haber ¡cuéntanoslo todo! Porque no pienso interrogarte para sacarte la información.- y les conté todos los detalles, y les dije exactamente todas y cada una de aquellas palabras que me hicieron verlo todo claro.
-¡Guau! – dijeron a la vez seguido de un largo suspiro.
-¿Quién tenía razón? – pregunto Erica con un tono de satisfacción.
-Chicas me voy, Jorge me está esperando. – y Laura echó a correr hacia su novio, que en cuanto la tuvo cerca no dudo en darle un buen beso.
-Vale, tú tenías razón Erica. – admití.
-¿Y a partir de ahora te irás con él a casa? – preguntó Vero.
-Pues la verdad es que no tengo ni idea.
-Ojalá que sí, así no tendrás que irte sola.- dijo Erica, que siempre se preocupaba porque me fuera sola.
-Sí, porque nosotras dos tendríamos que irnos.
-No os preocupéis, tampoco es para tanto.
-¡Nos vemos mañana!
-Adiós, Ari. – se despidió Erica.
-Adiós chicas. – y ellas echaron a andar en una dirección y yo en la contraria.
-¡Ariana, espera! – gritó un chico. Me giré y vi a Dani que corría hacía mí.- Voy contigo, si no te importa.
-Claro que no. – me agarró de la mano y ambos sonreímos. Podía imaginarme fácilmente siendo feliz con él, y aunque todo lo que sentía hacía él no era tan fuerte como lo de Cristián podría llegar a quererle de verdad. Era guapo, realmente guapo; moreno, de ojos castaños y mirada penetrante. En el pelo llevaba una cresta y aunque su chaqueta no dejaba verlo mucho se notaba que era fuerte.
-¿Qué tal la mañana?
-Para ser lunes no ha estado nada mal, la verdad. – y se rió.
-No, nada mal.
Y continuamos andando cogidos de la mano, yo escuchándole y el hablando que era lo que realmente me gustaba.
-Bueno, es aquí. – dije cuando llegamos a mi casa.
-Hasta mañana entonces. – y me besó. – Te quiero. – y me quedé callada y le di otro beso por toda respuesta.
-Adiós.- y entré en mi portal, más feliz de lo que podría haber imaginado estar. Sí, sin duda podría aprender a querer a aquel chico tan maravilloso que le había devuelto la sonrisa a mi cara.

martes, 20 de septiembre de 2011

Capítulo 7.

Aquella mañana me desperté más pronto de lo normal, demasiado pronto (así tendría mucho tiempo para comerme la cabeza). Tenía la mente despejada, las ideas aclaradas y un objetivo  aparentemente imposible: olvidarme de aquel chico que había despertado tantas emociones dentro de mí, incluso aquellas que desconocía poseer.                                                                         Había vuelto a soñar con él, con su sonrisa y era más feliz que nunca, entonces me desperté y me di cuenta de que absolutamente nada de aquello era real y noté que algo se quebraba en mí, añoraba lo ocurrido en el sueño, lo quería para mí. ¿Por qué me torturaba de esa forma? ¿Por qué seguía soñando con él? ¿Por qué  mi subconsciente hacía que todo parecía tan real? Nota para el futuro: aprender que los sueños, sueños son, que por mucho que alguien prometa bajarte la luna seguirá ahí arriba, que aunque alguien quiera contar todas las estrellas del cielo para decirte lo mucho que te quiere no contará ni la primera. Y es que quisiera vivir en una realidad y no de sueños, pero soñar me hace feliz, porque en mis sueños soy yo quien decide lo que sucede, y ahora mismo, por muy difícil que pudiera parecer, yo decidía que me quisiera.
Cogí el ordenador para distraerme un poco, evitar pensar y volver a hundirme. Me metí en el tuenti y lo primero que hice fue cambiar mi principal, pero al verla todos aquellos sentimientos grises volvieron a mí, haciendo que mis ojos volvieran a enrojecerse por las lágrimas. Le di a Inicio y volvía a estar ahí, en novedades. Su estado tenía comentarios: “Te quiero” Ni me molesté en mirar quien era su nueva novia, o lo que fuera,  no quería torturarme más y, al fin y al cabo no teníamos ningún amigo en común, así que no la conocía, ya no merecía la pena y cerré el ordenador.

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Salí de casa también más pronto de lo habitual y me tomé el camino con calma. Anduve sin prisa, despacio, prácticamente arrastrándome de rincón a rincón y de repente como si de un acto reflejo se tratara me paré en seco y noté mis ojos humedecidos por segunda vez aquella mañana. Estaba en el mismo sitio donde unos días antes lo había conocido y los recuerdos comenzaron a abrumarme, la caída, sus ojos, su voz, su sonrisa, él en estado puro.                      La nostalgia comenzó a apoderarse de mí y las lágrimas a descender. ¿Por qué? A penas lo conocía y ¿ya lloraba por él? ¿Amor a primera vista? No, imposible, eso sólo ocurre en las películas y en las historias no en la vida de una chica normal, pero ¿qué explicación podía tener aquello? Y empezó a llover, y así, la lluvia oculto mis lágrimas, haciéndome parecer un poco más fuerte, aunque en ese momento era la persona más frágil que podía existir.                       Continué mi camino enjugándome las lágrimas, evitando pensar y tratando parar de llorar. Subí al autobús desganada, me senté en el primer sitio que encontré, me acurruqué contra la ventana y no di señales de vida hasta que tuve que bajar. Fui la primera en llegar y esperé a las demás en nuestro sitio habitual, diez minutos más tarde llegó Erica.
-¡Hola!
-Hola… -contesté sin molestarme en ocultar mi estado de ánimo.
-¿Qué pasó? – y entre lágrimas le conté como el día en que creí poder volar, me quedé sin alas y me caí en el más profundo agujero.                                                                                                                                                
-Tengo una idea, como sé que no seré capaz de hacerte parar de pensar que ese chico es perfecto y como sé que seguirás llorando hasta que se te acaben las lágrimas te dejaré un tiempo para que se agoten. La idea es “mes nuevo, vida nueva” y cuando empiece febrero volverás a sonreír y ser feliz, y ya me ocuparé yo de que sea así, ¿vale? – y asentí sabiendo que no podía negarme, que cuando se trataba de mi felicidad Erica podría hacer todo lo impensable, y en momentos así me daba cuenta de que no existía nadie mejor ni más perfecto que ella, incluso él a su lado, no era nada. Y con la idea de que en tres días volvería a ser feliz entré en clase y me olvidé de todo.
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A medida que se acercaba el día treinta y uno mi estado de ánimo iba subiendo, poco a poco, en parte porque las lágrimas se me había agotado y ya no le veía sentido a seguir llorando, en parte porque estaba ansiosa por saber que habría preparado Erica para mi “nueva vida”.                                               El día treinta y uno a la noche, cerca de las diez, Erica me llamó.
-¡Hola! ¿Preparada para volver a empezar? – su voz sonaba realmente entusiasmada, ¿qué habría hecho?
-Tampoco tengo otra opción, ¿no?
-Eso es verdad pero, un poco de entusiasmo no te vendría nada mal, – si hubiera estado delante de mí me habría echado la lengua, estaba completamente segura.-  de toda formas tengo un plan infalible, ya lo verás.
-Me das miedo.
-¡Oye, por ahora no muerdo!
-Esto me da más miedo que un mordisco tuyo, no lo dudes. – y pude escuchar su sonora risa al otro lado del teléfono, aquella risa que conseguía hacerme sentir mejor, la que me reconfortaba y me daba tanta seguridad que prácticamente me sentía invencible, toda ella era así.
-Está bien, redoble de tambores por favor, - y se puso a imitar el sonido de un tambor.- he hablado con Dani.
-¿Y…?
-Pues le he explicado que lo de la fiesta, lo de escabullirte cada vez que lo veías…
-¿Estás diciendo que…?
-Sí, se dio cuenta.- ¿cómo podía saber lo que le iba a preguntar antes de hacerlo?- A lo que íbamos, le dije que lo hacías porque te asustaste y que querías ir despacio con él.
-Explica eso de “ir despacio con él”
-¡Esa es la mejor parte, ya lo verás! Mi explicación le convenció y mañana – hizo una pausa que duró más tiempo del que me habría gustado.
-¿¡Mañana!?
-Mañana…
-¡Erica, por favor, suéltalo ya!
-Te veo muy ansiosa ¡eh!
-Erica…
-Está bien, está bien. Trata de contener tu emoción, que no va a ser poca ¿vale?
-Lo intentaré-
-¡Mañana te va a pedir salir!
-¡Nooooooooo!
-¡Siiiiiiiiiiiiiiii!
-¡Nooooooooo!
-¡Siiiiiiiiiiiiiiii!
-¿Esto es una broma verdad?
-¡Nooooooooo!
-No me puedo creer que hayas hecho esto, ¿así voy a animarme?
-¡Cualquiera se anima viéndolo! – Suspiré- Venga, no es tan terrible, ya verás.
-Que sepas que te voy a matar cuando te vea.
-Ahora la que tiene miedo soy yo.
-¡Oh, haces bien en tenerlo!
-Por favor, que sea una muerte rápida entonces.
-¡Sueña, vas a sufrir!
-¿Así es como tratas a tu mejor amiga?
Y seguimos bromeado y riendo un buen rato hasta que se nos acabó la conversación, y es que el cansancio empezaba a notarse. Cuando colgamos volvió a mi mente el lío en el que me acababa de meter, ¿qué se supone que iba a hacer? Tal vez, si se tiene las manos quietas, no sea tan malo. De hecho el otro día había descubierto que era más que una cara bonita, era gracioso y divertido e incluso había conseguido que cambiara mi opinión sobre él, había pasado de ser el chulo egocéntrico a ser simpático, si lo conociera más a fondo todavía podría cambiar más ¿no?                                                                                                                                                                                    Aún no tenía nada claro, prefería dormir, descansar y pensarlo con claridad. Sin embargo aquello había conseguido algo que hacía apenas unas horas parecía completamente imposible, Cristian ya no ocupaba el primer lugar en mi mente, pasaba a ser algo secundario, y eso era una buena señal, alcanzar la felicidad parecía estar mucho más cerca que nunca.                                                      

lunes, 12 de septiembre de 2011

Capítulo 6.

Me desperté a las dos con dolor de cabeza, que mala es la resaca, que malo es el alcohol .   Seguido del dolor de cabeza sentí algo que me oprimía el pecho, sin duda estaba provocado por el sueño. Me di una ducha y fui a comer
-¿Qué tal ayer? – preguntó mamá.
-Muy bien, fue una fiesta increíble.
-¿A qué hora llegaste? – preguntó papá.
-¡Alberto, no empieces! Yo le di permiso para llegar tarde.
-¡Mami, quiero postre! – dijo Nerea y, como siempre, consiguió que se olvidaran de la conversación y todo volviera a la normalidad.
Al acabar de comer me fui a mi habitación y encendí el portátil, mientras esperaba a que lo hiciera me puse a observar mi habitación. Era de color verde, con una pared que tenía un papel de pared con flores blancas. En las paredes había cuadros y fotografías mías, con mis amigas, o con mi familia. Como ya dije tenía un gran armario blanco, una cama blanca con el edredón verde, una mesita de noche blanca, encima de ella había una lámpara con una tulipa a juego con el papel de pared y el reloj que me despertaba todas las mañanas. Por último había un escritorio y una silla para él.
Cuando encendió puse en Google “Tuenti”, introduje mi e-mail y cuando iba a poner la contraseña me fijé en la hora, las 15:25. ¡No, no, no! Había olvidado por completo que hoy era el día que iba a ver al chico de mis sueños (en todos los sentidos). Corriendo me puse los primeros vaqueros que encontré, en un intento por meter una pierna en ellos casi me caigo al suelo, hice un par de equilibrios propios de alguien de un circo y conseguí mantenerme en pie y ponerme unos vaqueros. Cogí unos botines estilo militar marrones y la camiseta marrón que tenía más a mano. Pasada rápida de peine, un poco de colonia, cepillado de dientes, meter el móvil y la cartera en el bolso, coger la chaqueta y de nuevo echar a correr.                               Llegué con el tiempo justo y él ya estaba allí.
-Hola.- dije tratando de recuperar el aliento.
-Hola.-dijo él con su amplia sonrisa. “Tranquila Ariana, respira” dije para mí.
-Aquí tienes tu móvil,-se lo di.- por cierto te llegó un mensaje y lo abrí, lo siento, yo no…
-Toma el tuyo.- se detuvo un momento.- te he guardado mi número por si acaso quieres quedar algún día o algo.
-¡Claro! Muchas gracias.
-Pues adiós… supongo.
-Sí, adiós.- y cada uno se fue hacia un lado.
Como si se tratara de un acto reflejo agarré mi móvil y busqué su número, sí, me lo había dado. Y le mandé un mensaje : “Aquí te dejo el mío por si a ti te apetece quedar” Al cabo de dos minutos mi móvil estaba sonando.
-¡Quiero quedar! – me dijo Cristian entonces noté como en mis labios se formaba una gran sonrisa.
-¿Damos media vuelta entonces?
-Sí.- y colgó. Me giré y me lo encontré detrás de mí, demasiado cerca al igual que en el sueño.
-Hola otra vez. – le dije.
-¡Hola!
Y pasamos toda la tarde juntos yendo de aquí para allá, arriba o abajo, sin rumbo fijo aunque lo que realmente importaba era estar junto a él, no dónde. Nos sentamos en un banco y Cristian encendió un pitillo.
-¿Fumas?
-Sí. – Bueno, estaba claro que no todo era perfecto.- ¿Quieres?
-No gracias, no me gusta. – se encogió de hombros y siguió con su pitillo.
-A mí tampoco.
-Entonces ¿por qué fumas?
-Empecé a fumar cuando mis padres se separaron.
-Lo…
-No digas lo siento, es lo mejor que le pudo pasar a mi madre. Mi padre era y es un cabrón. Cuando estaban juntos desaparecía y nos dejaba solos en casa, cuando volvía lo hacía borracho. Un día mi madre consiguió el divorcio y ahora viene casi todos los días a pedir dinero.
-Vaya…
-He pensado muchas veces en dejarlo pero nunca he encontrado un motivo demasiado convincente. ¿Y tú?
-¿Yo qué?
-Qué cómo es tu familia.
-Ah, bueno no sé, no está mal. Mis padres siguen juntos, perdón no quería…
-No tranquila, sigue.
- Y tengo una hermana pequeña de cinco años.
-Familia perfecta ¿no?
-Tanto como perfecta no, a veces discutimos. – y soltó una gran carcajada.- ¿A qué instituto vas?
-No voy al instituto, tengo diecinueve años.
-¿Diecinueve?
-Sí, ¿tú?
-Diecisiete.
-Supongo que recién cumplidos ¿no? – y sonrió de medio lado.
-Así es, un día difícil de olvidar.
-Siento otra vez lo de la caída.
-No importa, ¿seguimos? – y nos levantamos y echamos a andar.
Me había sorprendido que no le importara la edad, aunque sólo eran dos años, solamente dos años ¿no? Por otro lado podría no haberle importado porque yo tampoco le importaba e intentando deshacerme de todas estas ideas seguí andando con él, mirándole de reojo y sintiéndome la persona más feliz del mundo cada vez que sonreía.
-Espera, tengo un idea, -y saqué mi Blackberry del bolso. – vamos a estrenar la cámara.
-¿En serio?
-Sí, ¿por qué no?- y saqué una foto. Ambos la miramos.- Me gusta.
-No está mal, hasta yo salgo bien.
-Fijo que eres tope fotogénico. – y se rió, y yo con él y así era feliz, inmensamente feliz. - ¿Tienes tuenti?
-Sí, Cristian Álvarez.
-Guay, pues ya te etiquetaré.
Y seguimos caminando sin saber muy hacia dónde ir. Entonces su móvil sonó.
-Hola mamá- silencio.- Sí, vale.- más silencio.- Adiós.- colgó.- Lo siento, me tengo que ir.
-No pasa nada, ahora ya tengo tu número y mi móvil. – y sonrió.
-Adiós.
-Adiós.- y me quedé allí, atontada, mirando cómo se alejaba.
Cogí un autobús para llegar a casa y durante el trayecto aún no se me había pasado la sobredosis de él, y es que ya se había convertido en una droga para mí, necesitaba mi dosis diaria de él porque me había convertido en una adicta a su sonrisa, una yonki de su piel.

Llegué a casa a eso de las nueve cene y me fui a mi habitación, me tumbé en la cama y me sentía todavía como si estuviera en una nube. ¡Qué feliz estaba!  Todavía no podía creer todo lo que me había pasado, necesitaba pellizcarme y saber que no había sido un sueño, una prueba o algo de que había sido real y entonces recordé la foto. Cogí mi móvil y busqué la imagen, salían sólo nuestras caras con una amplia sonrisa, el flash nos había resaltado los ojos y él estaba tan guapo… ¡Aquello sí era real! Encendí el ordenador, inicié sesión en el tuenti y lo busqué, ahí estaba Cristian Álvarez, lo agregué y luego subí la foto me etiqueté pero como todavía no había aceptado mi petición de amistad no lo pude etiquetar. El tiempo parecía pasar lento, los segundos no corrían. Estaba impaciente porque aceptara mi petición, y los diez minutos siguientes se me hicieron eternos, le di al botón inicio unas cien veces y por fin aceptó. Me apresuré a etiquetarlo y luego miré su perfil.                                                                                                  Recorrí todas sus fotos unas diez veces, observé todos los detalles de su piel una y otra vez, volví a perderme en el azul de sus ojos, y aunque sólo fuera fotografías aquello parecía tan real que casi podía tocarlo, y ¡cómo me habría gustado tocarlo!                                                                             Después de haber vuelto a repasar sus fotos otras diez veces más, le di a Inicio y vi que tenía un nuevo comentario en una foto, ¡nuestra foto!
“Tenías razón no está mal, la pondré de principal”
Y le contesté:
“¿Lo ves? Yo también la pondré”
Y la puse de principal, entonces vi que me hablaban por el chat, era Laura.
-Ese chico es quien yo creo ¿no?
-Si.- y puse una cara sonriente.
-Vero te va a odiar. – seguido de un guiño.- ¿Qué tal la tarde?
-Muy bien, pero ya te contaré mañana, cuando estén todas.
-Ok, pues ya hablaremos.- y se fue.
Volví a darle inicio, eso me recordó a la página: “El número de veces que le das a Inicio es directamente proporcional a tu aburrimiento”   Y ahí en novedades estaba él, con nuestra foto de principal y un nuevo estado: Tú,27.                                                                                                                                 ¿Veintisiete? ¿¡Que día era hoy!? Me levanté y fui a mirarlo al calendario, hoy era veintisiete. ¡No podía ser! Miré si había comentarios en el estado, o cualquier cosa pero nada, ¿quién era ella? ¿Sandra? ¿Otra? Cerré el tuenti y me metí en la cama, me apreté contra las sábanas lo más fuerte que pude y empecé a llorar.                                                                                                 Había caído de la nube de golpe y ahora me encontraba de frente con la realidad donde no todo era tan fácil y bonito. En una realidad dónde nunca podré decirle que lo necesito, que lo extraño. Dónde nunca podré decirle que sí, que me pongo celosa cuando está con otras y no conmigo, que últimamente se está convirtiendo en algo habitual. Dónde nunca podré decirle que pienso en el todo el día y sueño con él cada noche, que sí sonrío es solo por él y si me levanto cada mañana es simplemente para poder verle. Dónde nunca podré decirle que lo dejaría todo por estar siempre junto a él y que todo siguiera tan perfecto como aquella tarde. Dónde nunca podré decirle que es lo más importante, la única persona que realmente es imprescindible en mi vida, y aunque duela, me topaba de frente con una realidad donde nunca podré decirle que lo quiero más que a nada o nadie en este puto mundo que parece detenerse cada vez que estoy con él. Dónde nunca podré decirle que de tanto mirarlo, hasta se me olvidó respirar.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Capítulo 5.

Noche. Noche de locura, de pasión, de descontrol.
Noche.  Noche frenética, imparable, de sentimientos y emociones.
Noche. Noche de fantasías, ilusiones, sueños por cumplir.
Cuando bajé del coche estaba enfrente de un edificio que parecía abandonado, ¿para qué me habría traído aquí? Entramos y estaba todo a oscuras, de repente un millón de luces de colores se encendieron de golpe.
-¡Felicidades! – y de repente aparecieron de la nada montones de personas, gente del instituto, amigos de fuera y otros que ni conocía todos ellos vestidos con trajes y vestidos. ¿De dónde habían sacado tanta gente?
-¿Qué te parece? – preguntó Erica, que estaba espectacular esa su vestido blanco. – Esta vez Vero se ha lucido de lo lindo ¿no crees?
El edificio era muy amplio, enorme aunque con la cantidad de personas que había allí dentro no parecía tan grande como en realidad era. Estaba iluminado por un montón de luces de todos los colores, había una gran mesa de mezclas y una mesa llena de bebidas. Menuda sorpresa, ¡vaya fiesta!
-¡Joder, es increíble! - ¿Cómo piensa pagar todo esto?
- El local es de un amigo de mi padre, es gratis. – dijo Vero, aunque no tenía muy claro cuando se había unido a la conversación. – las bebidas también me han salido prácticamente gratis y el DJ con lo bueno que está conseguiré un pequeño descuento por ser … amiga. ¡Voy a subirme al barco del amor! – y con este último comentario se esfumó hasta llegar a su nueva víctima que sin duda, con su nuevo vestido rojo, caería.
La noche fue toda una locura, me saqué fotos con todo el mundo, incluso con los desconocidos, bailé hasta romper el parqué de la pista de baile. Bebiendo tampoco me quedé corta aunque no estaba borracha. Entonces pude ver como se aproximaba una gigantesca tarta de cumpleaños.
-Te dijimos que no te librabas de la humillación pública mientras te cantábamos el cumpleaños feliz. – y así todo el mundo empezó a cantarme. La tarta era de chocolate y nata y estaba riquísima, y teniendo en cuenta la cantidad de gente que había dentro no creo que llegara para todos.
-Tía, estás guapísima con ese vestido. – me dijo una voz a las espaldas, Laura.
-Tú no estás nada mal con el tuyo ¿no? – ella llevaba su vestido verde.
-¡Felicidades Ariana! – me dijo Jorge, su novio. Jorge me caía bien, me gustaba para Laura, hacían realmente una buena pareja.
-Muchas gracias Jorge. – y así ambos se fueron agarrados de la mano. Entonces apareció Dani, ¿Quién lo habría invitado?
- Hola guapa, ¡menuda fiesta que no has montado!
-Gracias… - contesté cortada.- aunque en realidad no la he montado yo, todo ha sido cosa de una amiga, yo no tenía ni idea de nada.
-De todos modos es tu fiesta. ¿Vienes a bailar?– y antes de que pudiera responder me había agarrado de la mano y arrastrado a la pista.
-Estás muy guapa hoy, más que de costumbre, que ya es difícil. – noté como la sangre se me concentraba en las mejillas y empezaba a ponerme roja, ¡genial!
-Gracias. – y seguimos bailando. No pensaba que Dani tuviera mucha idea sobre cómo se bailaba y en seguida me lo demostró. Era bastante gracioso, traté de contener la risa pero me fue imposible y solté una pequeña carcajada.
-¿Te hago gracia?
-No, no claro que no.
-No hace falta que me mientas, sé que bailo de pena. – y me sonrió, en ese momento mi aprensión hacia a él empezó a disminuir, parecía hasta simpático, tal vez pudiéramos ser amigos.
-Bueno, sólo un poco. – y ambos reímos.
Acababan de poner una canción lenta y se acercó más a mí, estábamos muy pegados.
-Procuraré no pisarte demasiado.- Se acercó todavía más si era posible y nuestros cuerpos se pegaron por completo, incluso podía notar como su pecho se hinchaba al respirar. Entonces acercó su boca hacia la mía y me besó. Me besaba con ansiedad, casi con necesidad, su boca parecía hambrienta, y lo peor era que estaba hambrienta de mí. Entonces sus manos empezaron a deslizarse poco a poco. Tampoco podríamos ser amigos, por lo visto. Traté de sacármelo de encima con todas mis fuerzas, pero parecía inútil, por fin conseguí apartarle la cara y decir.- No, para.
-Tienes razón, aquí no.- y volvió a agarrarme de la mano y arrastrarme. Salimos fuera y me llevó a detrás del local, estaba todo muy vacío. Antes de que pudiera decir nada sus labios volvían a estar en los míos y sus manos recorrían ansiosas todo mi cuerpo hasta que encontraron la cremallera de mi vestido que poco a poco se empezó a deslizar, entonces por fin conseguí detenerle la mano.
-¿Qué pasa?
-No pienso acostarme contigo ni aquí ni en ningún sitio. – y me fui, dejándolo así ansioso y confundido. ¡Ahora entendía el porqué del comentario en el tuenti!
 Necesitaba hablar con alguien, desahogarme y la primera en la que pensé fue Erica. Estuve un rato buscándola y cuando la vi me di cuenta de con quien estaba hablando, era Yago, ambos reían y parecían pasarlo bien, también vi como unas cuantas chicas miraban con envidia a mi mejor amiga. Decidí dejar disfrutar a Erica de su momento, entonces Vero vino hacía mí.
-¿Qué acaba de pasar?
-¿Lo has visto?
-¿Qué si he visto como ese tío te comía la boca, tú te apartabas y luego os largabais fuera? Pues sí.
-Vero, no es lo que piensas, o sea, me llevó a fuera para hacer lo que piensas pero yo lo paré.
-¿¡Lo paraste!?
-Sí.
-¿Pero tú has visto que hombre? ¡Ahora pensará que eres una estrecha!
- Pues que piense lo que quiera, me da igual. ¿Y tú qué tal con el DJ?
-¡Oye, no me cambies de tema! Pero ya que preguntas, perfecto  el descuento ya lo tengo.
-Dime cuanto es y te lo pago.
-¿Estás de coña? ¡Es tu cumpleaños, no vas a pagar nada! Pásalo bien y déjate de tonterías.- escuchamos un grito que decía su nombre. – Cariño, me está llamando, ¿te importa?
-No, tranquila, no pasa nada.
-Por cierto, busca a Laura que no sé de ella desde que sacamos la tarta.
En cuanto se fue me puse a buscar a Laura, la encontré fuera con Jorge, estaban besándose exactamente en el mismo sitio donde yo lo había hecho cinco minutos antes, ¡qué felices parecían!
Y en ese momento me di cuenta de que a pesar de estar  rodeada de gente en el fondo me sentía muy, muy sola.
Después de eso me pasé la noche tratando de Evitar a Dani.
-¡Hola! ¿Sabes con quién he estado hablando? – peguntó Erica.
-¡Sí, te he visto con Yago!
-Sí, me ha dicho que estaba super guapa y… - entonces me escondí detrás de una mesa. -¿¡Que coñ…!? ¡Hola Dani!
-Hola Erica, ¿has visto a Ariana – esperaba que Erica entendiera porqué me había escondido detrás de una mesa.
-No, la verdad es que no
-¿Entonces con quien estabas hablando?
-¿Hablando? ¡No, estaba cantando esta canción! – y empezó a hacer que cantaba la canción que estaba segura que no conocía. - ¡Me encanta!
-¿Si la ves le puedes decir que necesito hablar con ella?
-Sí, claro. – y salí de la mesa. - ¿Me puedes explicar esto?
Y le conté todo lo que había pasado, justo cuando acabé escuché la voz de Vero a través de los altavoces.
-Y esta canción es para la cumpleañera. – y entonces empezó a sonar Forever de Chris Brown. ¡Qué bien me conocía! Chris Brown era mi cantante favorito. A pesar de todo el revuelo que había causado con el tema de Rihanna yo seguía adorándolo por su música. Y nos pusimos a bailar como si fuera la última noche de nuestras vidas.
Feel the melody and the rhythm of the music around you, around you.
-Oye, al final no me acabaste de contar que tal con Yago.
-Pues eso, me dijo que estaba muy guapa y que era muy divertida. – hizo una pausa. – Y me ha preguntado si quiero ir mañana a dar una vuelta con él. – y cuando lo dijo no sé quién de las dos estaba más feliz.
El resto de la noche se me pasó volando, de vez en cuando tenía que esconderme, pero por lo demás fue increíble. Cuando llegué a casa lo primero que hice fue sacarme los tacones y notaba mis pies doloridos, me puse el pijama, me cepillé los dientes y me fui directa a la cama, la habitación ya estaba empezando a dar vueltas y cerré los ojos tratando de disminuir el efecto. Cuando por fin me dormí volví a soñar con Cristian.
Estaba en mi fiesta de cumpleaños y entonces alguien me agarró desde atrás por la cintura, cuando me giré vi que era él y estaba sonriendo, nos pusimos a bailar muy pegados y estábamos a punto de juntar nuestros labios cuando de repente apareció Sandra y él como hechizado se dirigió hacia ella y cuando estuvieron lo suficientemente juntos se dieron el beso que yo tanto ansiaba que me diera él a mí. Entonces sentí como yo me desvanecía y lo único que podía hacer era quedarme allí, mirando como ellos se besaban, se querían y sintiendo una gran envidia hacía esa chica que me había sacado de los brazos de la persona a la que amaba. Noté como mi cara se humedecía poco a poco y las lágrimas resbalaban hasta conseguir caer.

martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 4.

Después de cenar me fui a mi habitación y cogí dudosa la Blackberry ¿lo llamo? Estaba claro que quería recuperar mi móvil y por mucho que quisiera negarlo sentía curiosidad por aquel chico. Tuve tentaciones de mirarle el móvil, ver como se llamaba, si tenía novia, ¡quería saberlo todo de él! Entonces el móvil comenzó a vibrar en mis manos y el corazón empezó a latir mucho más rápido de lo que podría ser saludable.
-¿Si?
-¿Cariño? – contestó una voz femenina desde el otro lado del teléfono y sentí cómo mi corazón volvía a su ritmo habitual. -¿Eres tú? ¿Con quién estás?
- Mmmm… no, no es él - ¡mierda, tenía novia!
-¿Y tú quién eres?
- Ariana…
-¿Ariana? ¡Joder, ahora lo entiendo! Dile a ese capullo que no me llame más. – estaba histérica y gritando, ¡menudo mal entendido!
-Perdona pero, no es lo que parece. Verás resulta que… - ¡había dicho no es lo que parece? ¡Qué tonta soy!
-¿¡Qué no es lo que parece!? – gritó interrumpiéndome. – Creo que está todo muy claro.- y colgó.
¡Qué marrón! ¿Cómo  iba a poder explicarle que su novia lo había dejado? Y entonces el móvil sonó de nuevo y mi corazón volvió a latir hasta límites insospechados.
-¿Hola?
-¡Hola!  ¿Por casualidad no serás la chica a la que casi mato hoy a la mañana, no?- y me eché a reír.
-Pues has dado en el blanco, porque esa soy yo.- ahora el que reía era él, incluso por teléfono su risa tenía fuertes efectos sobre mí.
-Siento mucho lo de la mañana, enserio, pero me parece que vas a tener que verme una vez más para intercambiarnos los móviles, ya sabes.
-Creo que podré superarlo. – y nuevamente esa risa que me volvía loca.
- Aunque si prefieres yo me quedo el tuyo, es mucho más nuevo que el mío.
- ¡Ni lo sueñes! Es mi regalo de cumpleaños. – hablar con él era sencillo, sólo tenía que dejarme llevar y decir lo primero que se me ocurría en ese momento y por increíble que pareciera no me daba corte ni vergüenza de ningún tipo, era como si mi timidez con él ni existiera.
-¿Cuándo es tu cumpleaños?
-¡Hoy!
-¡No me jodas, ahora me siento peor, tiré al suelo a una cumpleañera! – y ambos nos reímos.- Por cierto, felicidades.
-Gracias.
-Bueno y ¿cómo hacemos para devolvernos los móviles?
-No sé, ¿cuándo tienes un hueco libre?
-¿Te viene bien el domingo? ¿A las cuatro?
-Sí, perfecto.
-Entonces nos vemos.
-Sí, nos vemos y no me gastes mucho el saldo.- pensé que me moría cuando lo volví a escuchar reír.
-Tranquila, procuraré no hacer demasiadas llamadas.- estaba a punto de colgar cuando me acordé de que tenía algo muy importante que decirle.
-Se me olvidaba, antes llamó tu novia y… - ¡Tierra trágame! – dice que te deja y que no le vuelvas a llamar. –silencio al otro lado. – Lo siento, contesté y pensó que era tu amante o algo así, lo siento, lo…
-¡Hey, tranquila! La iba a dejar en cuanto pudiera hablar con ella, en el fondo me has hecho  un favor no sabía cómo decírselo, así que gracias.
-Eeeeh… de nada, supongo. -¡No me lo podía creer! – Bueno, adiós nos vemos el lunes.
-¡Espera! ¿Cómo te llamas?
-Ariana.
-Ariana. – y al oír como pronunciaba mi nombre juro que podría ser capaz de volar. – Encantado, yo soy Cristian. – y colgó. Cristian… y entonces en mi estómago apareció un cosquilleo y esta vez mi corazón era incapaz de disminuir su ritmo.
Esa noche fue la primera que soñé con él. Llegaba tarde a clase, así que me eche a correr pero sin prestar demasiada atención a lo que hacía y de repente choqué contra algo y me caí al suelo. Había chocado contra un chico, un chico guapísimo que me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Cuando estaba de pie, a menos de dos centímetros de él, nos miramos fijamente a los ojos ¡qué ojos! De forma involuntaria nuestros labios empezaron a aproximarse, estaban muy, muy cerca y entonces…
Biiiip,biiiiip,biiiiip.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Era sábado! ¿Por qué algo me despertaba? Y lo peor de todo, ¿Por qué alguien me sacaba de mi sueño?
Biiiiiip,biiiiiip,biiiiip.
Era el móvil, lo cogí y lo miré. Un nuevo mensaje, ¿lo abría? Al fin y al cabo ese móvil no era mío, pero al final la curiosidad pudo conmigo.
“Oye, todo lo que le dije ayer a esa chica era mentira, lo dije sin pensar. Confío en ti y sé que sólo fue un malentendido. Te quiero, Sandra”
¿Qué? No podía ser, pero por otra lado él mismo me dijo que ya no le interesaba que le había hecho un favor al haber contestado, entonces no tenía de que preocuparme ¿no? Esto no podía estar pasando, a penas lo conocía, más bien NO lo conocía y ¿ya me jodía que tuviera novia? Pero al ver como se llamaba cogí el móvil y miré sus imágenes, conseguí encontrar una con el título “Sandra y yo” En la imagen aparecía una chica preciosa de ojos color miel y larga melena lisa castaña con una gorra en la cabeza, que sin duda era de su novio. A su lado estaba Cristián sonriendo, parecía feliz, demasiado feliz. Definitivamente estaba paranoica, era solo una obsesión causada por su físico perfecto, sí, sin duda era eso. Y tratando de hacerme un lavado de cerebro para convencerme de que esa era la razón de mi obsesión con ese chico me volví a dormir, era sábado y por nada del mundo pensaba madrugar.
Me desperté a las doce me di una ducha rápida y repetí el proceso de secado y alisado del pelo, pasé de desayunar ya que dentro de poco sería la hora de comer y me apalanqué en el sofá a ver la televisión. Después de comer traté de llamar a alguien para no pasar una tarde de sábado en casa a base de películas, palomitas y chocolate, pero nadie me contestaba al teléfono, así que me puse a elegir una película. Al final me decidí por Historias de San Valentín, que cuenta varias historias durante el día de San Valentín. Hice palomitas, cogí chocolate y me tumbé en el sofá. Cuando estaba a punto de darle al play me habló mi madre.
-¿No sales?
-No mamá, hoy todo el cosmos ha conspirado contra mí para que me quede en casa.
-¿Perdona?
-Nadie me coge el teléfono.
Y se sentó a mi lado en el sofá y vimos juntas la película. Extrañamente pudimos verla acabar entera y del tirón, Nerea había salido con papá y una amiga y no volvería hasta que empezara a oscurecer. Cuando acabó la película pusimos otra, esta vez El diario de Noa, la había visto mil veces y aún no me cansaba. A media hora de acabar la película llegó Nerea y no nos quedó más remedio que pararla, entonces sonó el teléfono.
-¿Diga?
-¡Morena, ponte el vestido y lo más guapa que puedas! En media hora estoy en tu casa. – La voz de Erica sonaba emocionada.
-Primero tendré que preguntar si me dejan salir ¿no?
 -Tranquila, tu madre ya sabe de qué va todo. – y así, dejándome con la palabra en la boca me colgó. ¿Qué tramarían?
Fui a mi habitación y algo confusa me puse el vestido, una blazer gris y unos tacones del mismo color. Elegí unos pendientes grandes y plateados y me puse el pelo liso hacia un lado. Me maquillé un poco pero no en exceso, un poco de base, pintalabios y poco más. Estaba cogiendo un bolso cuando llamaron al timbre.
-¡Mamá, dile que bajo ahora!
Salí corriendo hacia la puerta.
-Espera- dijo mi madre. Me remangó las mangas de la blazer. – Así mucho mejor, pásalo bien.- y me dio un beso.
Llamé al ascensor y me preparé para la misteriosa sorpresa que me habían preparado mis amigas, conociéndolas podría ser cualquier cosa por lo que abandoné la idea de intentar adivinarlo, fuera lo que fuera la noche no iba a estar mal, iba a divertirme o al menos eso intentaría y si mis amigas estaban conmigo ¿qué podía salir mal?