viernes, 28 de octubre de 2011

Pregúntame :)

http://ask.fm/noexisteunyo
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Capítulo 11.

Y los labios de Dani comenzaron a rozar los míos, era suave, dulce, lento pero con sentimiento. Me gustaba aquello, era fácil dejarse llevar me sentía segura entre aquellos brazos. Entonces Dani desapareció y en su lugar un chico de ojos de un azul precioso empezó a besarme, no podía ver nada más allá de aquel azul mar y no conseguía saber quién era.  Aquel beso era distinto, estaba cargado de intensidad y de pasión, si en el anterior podía dejarme llevar en este no podía escapar. Ese beso no sólo me gustaba sino que hacía que mis pulsaciones aumentaran a un ritmo vertiginoso. Tenía la sensación de que en aquel momento podría hacer absolutamente todo lo que me propusiera. Abrí los ojos para tratar de conocer la identidad de aquel chico de ojos azules pero algo me quedé paralizada al sentir sus caricias que me hacían temblar. En ese instante comprendí quien era el chico conseguía descontrolarme.
-Cristian.- susurré y esta vez sí conseguí abrir los ojos.
El sonrío y desapareció, en su lugar volvía a estar Dani que me abrazaba y limpiaba mis lágrimas.
Me desperté entre jadeos y al igual que en el sueño mi corazón estaba desbocado y mis ojos humedecidos. ¿Por qué cuando había tratado de alejarme de él, y parecía que lo estaba consiguiendo, volvía a aparecer? Después estaba Dani, que me ayudaba y consolaba en los momentos difíciles, al igual que un amigo. Como un amigo, y ese era un gran problema. Él no era mi amigo, era mi novio.                                                                                                                             Intenté dormirme otra vez pero era imposible, di vueltas y vueltas en la cama, me puse de lado, mirando hacia arriba o hacia abajo, hasta que por fin lo conseguí.
Estaba de espaldas pero podía ver su pelo liso castaño, más claro de lo normal porque el sol le incidía de pleno. Me puse a llamarlo, gritarle pero no se giraba, no debía escucharme. Entonces eché a correr hacía él y cuando conseguí estar a su lado le agarré la mano, en cuanto nuestros dedos se entrelazaron me soltó y volvió a irse dejándome sola, y me derrumbé. Aquella vez ya no estaba Dani para levantarme, dependía única y exclusivamente de mi misma pero no tenía las fuerzas suficientes para reaccionar y me quedé allí tirada en el suelo oyendo el viento y sintiendo las lágrimas resbalar por mis mejillas.
¡Pii!
¡Piiiiii!
¡PiiiiiiiPiiiiiPiiiiiiPiiiiiiiiiiiiiiii!
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De camino al instituto no podía sacarme los sueños de la cabeza. El día anterior había sido tan perfecto, había estado tan cerca de olvidarlo, de poder sonreír… Ahora en cambio tenía un par de sueños que me rompían por dentro y un novio al que dudaba querer como algo más que amigos.                                                                                                                                                              Ahora sabía que no estaba equivocada del todo, nadie deja de querer de la noche a la mañana. Yo por su puesto no era una excepción, quería a Cristian sin ninguna duda.                                          Dicen que un clavo saca otro clavo, ¿será verdad? No lo sé, pero trataría de averiguarlo, pensaba aferrarme a Dani como si fuera lo único que tuviera, recuperar las sonrisas del día anterior y seguir experimentando cada uno de aquellos cálidos besos. Sí, Dani era con quien debía estar. Aquellos sueños sólo eran eso, sueños. Y aunque sonara egoísta por mi parte, Dani sería quien me ayudaría olvidar. Aprendería quererlo tanto o más que a Cristian y todos aquellos sueños y tristeza desaparecerían dejándome volver a ser la misma de siempre, la Ariana tímida pero feliz, alegre y divertida, no podía ser de otra manera. No pensaba dejar que toda la alegría se esfumara otra vez, no quería tener que llorar, no quería volver a ver la preocupación en los ojos de Erica.                                                                                                                 Me propuse guardármelo todo dentro, hacer como si nada y poner la mejor de mis sonrisas. Al mal tiempo buena cara. Y así, camuflando todos mis pensamientos y sentimientos con una gran sonrisa, llegué al instituto con Erica ya esperando.
-Hola.- dije esperando que no se diera cuenta.
-Hola.- contestó sin percatarse de nada. Suspiré.
-¿Y ese suspiro? – preguntó.
-Cansancio, nada más.- contesté casi rezando para que se creyera aquella excusa barata.
-Mmm…- noté que dudaba si creerlo o no y a cada segundo que pasaba me ponía más nerviosa.- Pues estamos a martes, ¡quiero ver como llegas al viernes! – bromeó.
-Pues muy mal, eso seguro.
-Tendrás que maquillarte para tapar las ojeras.- y eché a reír.
-Esperemos que no sean para tanto.
-Yo también lo espero, que sino el sábado…
-¿Ya estás pensando en el sábado?
-Lo mejor de la semana son los sábados.
-Desde luego que sí.
-¿Lo ves?
-Lo veo, lo veo. Y…¿hay alguna novedad acerca de esa bonita canción?
-Sí, bueno… - le encantaba darle intriga a la cosas.
¿Bueno…?– a mí en cambio me sacaba de quicio.
-He hablado con Yago y… - otra vez poniéndole emoción hasta el último segundo.
-¿Y…? – empezaba a ponerme nerviosa.
-¡Estamos juntos!
-¡No me lo creo! – dije realmente entusiasmada, esta vez sin tener que fingirlo.
-Pues créetelo.
-¡Es genial!
Poco después llegó Laura y Vero fue la última. Venía sonriendo, feliz y lo primero que dijo al llegar fue:
-¡Adivinad con estuve ayer a la noche!
-Hola, y tal  ¿no? – dijo Laura.
-Eso es menos importante. – respondió Vero.- Venga, adivinadlo.
-No sé… - dijo Erica.
-Yo menos. – refunfuñó Laura que se había ofendido con la contestación de Vero.
-Mmm… con el número tres, ¿a lo mejor?
-¡Premio!- chilló emocionada.
-¿Y qué hicisteis? – preguntó Laura inocente.
-¡A ti qué te parece! – y todas, menos Laura, nos echamos a reír.
Todas parecían tan felices aquella mañana que descarté por completo la idea de contárselo y así día tras día me fui comiendo mis sueños, mis lágrimas, mi tristeza. Lidiaba como podía con aquel vacío que sentía, con aquellos besos que no conseguían despertar demasiado en mí, con el chico de mis sueños que parecía más real que fantástico. Trataba de diferenciar lo que era real de lo que no, y en ocasiones aquello era demasiado difícil. Me limité a dejar pasar los días y no a vivirlos como quién ha perdido el tren y no se atreve a subirse al siguiente.

martes, 11 de octubre de 2011

Capítulo 10.

-Hola Dani.-respondí confusa.- ¿Cómo has conseguido mi número?
-Una de tu clase me lo dio.
-Ah.
-Gracias por lo de hoy, no te imaginas lo feliz que soy.
-No hay que darlas, yo también soy feliz.- y no sabía si aquello era verdad o no.                                  Nos quedamos en silencio, pero no el tipo de silencio incómodo. Era más bien un silencio acogedor, lo necesario para aquel momento y podría prolongarse todo lo que quisiera que seguiría siendo agradable.
-Bueno, tengo que dejarte. Mañana te veo.
-Sí, mañana nos vemos.
-Adiós Ari.
-Adiós Dani. Te…- colgó el teléfono. – quiero.                                                                                                                              Y tampoco supe si alegrarme porque me hubiera dejado con la palabra en la boca.
-Era Dani, ¿no? – preguntó Laura y yo asentí con la cabeza.
-Pues entonces te lo perdono.
-Muy amable. – bromeé.
Después de andar unos diez minutos juntas nos separamos y emprendimos caminos distintos hacia nuestras casas. Agarré mi Blackberry y guardé el número de Dani.
Al llegar a casa me puse a hacer los deberes de matemáticas, no, no los había hecho y sí, le había mentido Erica. Cuando pasó cerca de media hora y vi que, efectivamente eran imposibles me di por vencida y llamé a Laura.
-¿Qué tal esos deberes de matemáticas?
-Muy fáciles, ¿no? – respondió Laura.
-¿Me los pasas? – escuché un resoplido.
-Está bien. – y me dictó una por una todas las operaciones y resultados de cada uno de los ejercicios.
-Muchas gracias, ¡me has salvado la vida!
-No te servirá de nada si no los entiendes.
-Ya veremos.
-Eres imposible.- contestó.
-Pero te encanto.
-Eso es verdad. Tengo que ir a cenar, adiós.
-¡Chao!
Bueno, ya tenía hechos los deberes de matemáticas y me fui a cenar.
Me fui a la cama más o menos pronto, todo lo ocurrido a lo largo del día me había dejado abrumada: mi estúpida felicidad, Dani, el no saber si reír o llorar… y luego estaba Erica. ¡Erica! Había cumplir mi parte del trato y pasarle los deberes así que agarré el teléfono y marqué su número de memoria, por suerte cogió ella.
-¿Hola?
-¡Hola!
-Pensé que te habías olvidado ya de mis deberes, o que no los tenías hechos. – dijo dejando ver que se decantaba por la segunda opción.
-Bueno… mejor no preguntes ¿sí?
-Pues pregunto, pregunto.
-Digamos que es una mezcla de las dos.
-¿No los tienes hechos?
-Sí, sí pero…
-¿Pero?
-A mí tampoco me salieron, me los dijo Laura.- y escuché como se reía de mí.
-Pues dímelos ¿no? – y le dicté todos aquellos números que carecían de sentido para mí, Laura tenía razón no me iba a servir de nada.
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-… igual a doscientos cincuenta y tres.
-¿Algo más?
-No, ya están todos.
-¡Por fin! – resopló.
-¿Entendiste algo?
-¿Yo? ¡Para nada!
-Bien, ya somos dos.
-Ya nos lo explicará Laura antes del examen.
-Pues como casi siempre ¿no?
-Sí. – y ambas nos echamos a reír.
-Por cierto ¿hablaste con Yago?
-No, tan si quiera escuché la canción.
-¿Qué esperas? ¡Ponla que yo también la quiero oír!
-Voy, voy. – y escuché el ruido de las teclas del ordenador al presionarlas.- Ya estoy en You Tube… ahí está. – un click y empezó a sonar.
“Porque me da igual, lo que piense mi alrededor, no saben lo que siento. Sin ti, mi silencio es soledad, mis lágrimas ahogan el mar, tú eres el lugar en el que quiero estar. Sé que es difícil de explicar a si que mejor siéntelo, piérdete conmigo en un lugar que jamás existió, y pasan los días aunque quiero que sean contigo, siguiendo este camino me llevó hasta ti el destino. No paro de pensar en ti desde una habitación, se pelean por ti mi alma mi cuerpo y mi corazón, las agujas del reloj avanzan lentas sin ti, mi mundo muere en un sueño de papel sin fin. Sentir como se detiene el tiempo ahora, y si recuerdo tu mirada es porque hablaba sola. Mi alma se consume escribiendo en nunca jamás, relleno paginas vacías con lágrimas y un quizás más. Más bien un ojalá sea cierto que te tengo cerca, vivir contigo en un cuento del que nadie se dé cuenta. Sueña despierta que yo viviré contigo en sueños, vámonos lejos perdámonos entre nuestro besos. No quiero que te vayas , susúrrame al oído, algo parecido a siempre estaremos unidos. Tuyos son mis secretos, tuyas son mis palabras; mío es el castigo de alejarte más.               Tú eres mi principio que nunca tendrá final, soy delicado como una rosa y tan frágil como un cristal. Es que sin ti siento que no tengo ganas de nada, cierro los ojos para ver esta realidad lejana, como la distancia que nos separa en el tiempo. Lo siento si sufrí sin ti en este amargo silencio. No hay día que no piense en ti, gracias por tus doce cosas, gracias por una historia de dos tan maravillosa.                                                                                                                                                    Y me da igual todo lo que piense de mí todo mi alrededor, todo se quedó corto al intentar expresarte mi amor. La verdad es que yo ya no se ni quiero estar sin ti, tú me enseñaste a amar a saber lo que es ser feliz.”

-Guauuuuuu… - dije entre suspiros.
-Guauuuuuu…- repitió Erica.
-¡Menuda canción!
-Espera, voy a cambiar mi estado.
-¿Qué vas a poner?
-“Piérdete conmigo en un lugar que jamás existió”
-Es… perfecta.
-¿El qué?
-La frase, la canción, tú, él… ¡TODO!
-Si pudiera ahora mismo gritaría de felicidad.
-¿Qué te lo impide?
-¿Los vecinos?, ¿mis padres?
-¡Grita!- se puso a gritar y pude ver en cada uno de sus gritos destellos de luz que mostraban todo lo feliz que era en ese momento y me puse a gritar con ella porque si Erica era feliz yo también lo era.
-Tengo que colgar, mis padres vendrán a preguntarme porque acabo de gritar en cualquier momento.
-Tengo la sensación de que los míos tampoco tardarán.
-Adiós Ari.
-Adiós y me alegro un montón de todo lo que te está pasando, me gusta verte chillar y ser feliz.
-Gracias.- y colgamos. Efectivamente mis padres tardaron poco en llegar y les conté la primera excusa que se me pasó por la cabeza:
-Lo siento, había una araña muy grande y peluda. – miré hacía mi madre, a la que realmente le daban pánico las arañas, y eso hizo que comprendiera el “motivo de mis gritos” y convenciera a mi padre de dejarme dormir.
En cuanto se fueron cogí mi ordenador, me descargué la canción de Erica y la pasé al iPod. Me puse los auriculares, le di al play y me quedé dormida.
“Piérdete conmigo en un lugar que jamás existió”