martes, 28 de febrero de 2012

Capítulo 28

¿Conoces esa sensación que se produce cuando sabes que has hablado de más? ¿Y esa que se da cuando no has dicho todo lo que querías decir? Pues bien, yo me sentía como una mezcla de ambas. Deseaba, de verdad, poder borrar esos últimos diez minutos de mi vida. Olvidarme de los gritos y de la discusión. Y analizándolo objetivamente, estaba segura de que eso era exactamente lo que tenía que haber hecho y probablemente tendría que haber dicho mucho más. Sí, tal vez me había pasado y me había equivocado en las formas pero era lo que pensaba, y ¿no es eso la amistad? ¿Poder decir lo que piensas sin miedo a ser juzgado?                                      Y ahora que ya estaba todo dicho, sólo tenía miedo del mañana. De ver que pasaba cuando se hubiera enfriado todo, de todo lo que habrá cambiado. A pesar de todo lo sucedido, y aunque parecerá irónico reconozco que me asustan los cambios y me encanta la rutina.
Lo sucedido me estaba comiendo por dentro, como un gusano en una manzana, y necesitaba asegurarme de que había hecho lo correcto. Vero me había dicho que pensara en lo que me esperaba ahora. Cristian, eso era lo que me esperaba. Y de repente me entraron unas ganas locas de verlo. Cogí la Blackberry y lo busqué en la agenda, todavía tenía su número, había sido imposible borrarlo. Lo llamé, no me cogió. Volví a hacerlo pero obtuve la misma respuesta. Pensé intentarlo una tercera vez, pero quizás habría resultado demasiado desesperada.
“No, mejor que me llame él” me dije y dejé pasar el tiempo mientras esperaba una llamada que tardaba demasiado en llegar. Conforme pasaban los segundos, mis dudas respecto a él y a mi decisión aumentaban. ¿En serio había dejado tantas cosas atrás para nada? Y entonces mi parte más positiva entraba en juego.
-Sólo es una llamada,- me decía- en cuanto la vea contestará.
-Yo no estaría tan segura.- reprochaba la negativa.
Y así, en una discusión mental, salió a relucir mi parte más neurótica y desequilibrada mental. En medio de la discusión me prometí que algún día pediría cita en un psicólogo.                  Finalmente los argumentos de la parte positiva no fueron suficientes y sólo tenía ganas de gritar.
- ¿Otra vez haciéndote ilusiones Ariana? ¡Pero mira qué eres tonta!-dijo la parte negativa.
De no haber sido por lo mal que me sentía y lo estúpido que eso resultaba, le habría mandado callarse. De repente el móvil vibró en mis manos. Mi corazón, a toda ostia. Miré la pantalla, Vero. Adiós, cosquilleo en el estómago.
-Hola.-contesté.
-¿Qué tal con Erica? Ya habréis acabado, ¿no?
-Sí, y no muy bien.
-¿No?
-Nos hemos gritado y dicho un poco de todo.
-¿Resumen?
-Acabé soltándole todo lo de Yago.
-Golpe bajo.
-¡No! Bueno, a lo mejor un poco. Pero dijo algo de que Cristian sólo iba a jugar conmigo, y no pude callarme.
-Entonces entiendo la cosa no haya ido bien.
-¿Le durará mucho el enfado?
-Lo dudo, tú la conoces mejor que yo y sabes que eso es imposible.
-Eso espero.
Nos quedamos sin decir nada un buen rato. Al fin y al cabo era su saldo y no el mío.
-¿Tú crees que estoy loca?- pregunté de repente, sorprendiéndome incluso a mí misma.
-¿Por qué?
-He llamado a Cristian, no me cogió y mis dos yo, se han puesto a discutir mentalmente.
-Estás de coña.-se río, pero a mí no me hizo tanta gracia.
-No, en serio.
-Vaya.- se puso seria.- ¿por qué siempre me tocan las preguntas difíciles a mí?
-Porque eres la mayor.
-Pues no sé, no creo que estés loca. Sólo un poco… trastocada, nada que no se pueda arreglar con una tarde de palomitas, chocolate y película.- se río y me contagió su risa.
-¿Es eso una indirecta?
-Tómalo como quieras, pero acabo de quedarme sola en casa.
-Comprendo.- colgué sin darle tiempo a despedirse y diez segundos después me había llegado un mensaje.
“Me he quedado sin palomitas, trae tú.”
Lancé un suspiro y me fui a comprar las palomitas.
*****************************************************************************
Vero vivía en un pequeño, muy pequeño, apartamento pero al fin y al cabo era suficiente para ella y su hermano.  Sus padres se habían ido a vivir a Estados Unidos hace unos tres años. Vero no quería irse con ellos, insistió e insistió hasta que logró quedarse con su hermano mayor Bruno, que físicamente es idéntico a ella pero eso es lo único que tienen en común. Por lo demás son exactamente lo contrario. Tiene trabajo fijo, horarios y deberes que cumplir, novia desde hace años. En resumen, la cabeza asentada y ese es un concepto que Vero desconoce. No se podía decir que la casa fuese muy acogedora, probablemente antes de llegar Vero lo fuera, pero ahora era un completo desastre. Todas sus cosas estaban tiradas en la mesa del salón, de la cocina, en el sofá… Su habitación era todavía peor. Si algún día consigues ver el suelo, será un completo milagro. Lo mejor de todo es que le da completamente igual.
-¿Has traído lo que te pedí?- dijo cuando entré.
-Sí.- se las di y fue directa a la cocina.- ¿Qué película vas a poner?
Con Vero no podías pretender elegir la película, era siempre la que ella quisiera y si no te gustaba pues ya sabías donde estaba la puerta. Eso sí, si te vas las palomitas se las queda ella.
-Paranormal Activity.
Genial, odiaba las películas de miedo. Le dediqué una gran mirada irónica.
-¿Qué?- replicó.- Es que si la veo sola me da más miedo.
¿A sí qué para eso me había invitado?
Cuando acabó de hacer las palomitas vino al salón, hizo un hueco en la mesa para dejarlas, trajo el chocolate y puso la película. Cada una nos sentamos en una esquina del sofá, que era lo único grande que había en la casa.
-Espera, voy a cerrar las cortinas.- dijo.
Se levantó y fue a cerrarlas. El salón se quedó completamente oscuro. Le dio al play y creo que ya empecé a sentir miedo. Conforme pasaba la película mi respiración se agitaba más, la de ella tampoco era precisamente silenciosa. Lo reconozco, soy muy miedosa y aquello ya era demasiado para mí. Cuando acabó la película Vero y yo estábamos prácticamente abrazadas.
-Vaya…- suspiró.
-Oh… Dios.
-Es hora de irte, ¿no?- dijo, completamente recuperada.
-Eh… sí, claro.-yo no estaba tan recuperada.- Nos vemos mañana.
-Perfecto.
Me fui y hasta mi propia sombra me asustaba. Los más pequeños ruidos me sobresaltaban. Que fuera de noche no ayudaba demasiado. Deseaba llegar a casa más que nada así que aceleré el paso. Cuando ya estaba a un par de minutos me lo encontré. Iba solo, con las manos en los bolsillos de una cazadora negra de cuero, por debajo un jersey azul marino, unos vaqueros y botines militares. Su eterna sonrisa había desaparecido pero seguía estando tan guapo como siempre. Incluso aquella seriedad le daba un aire interesante. Por un momento pensé que haría como si no me hubiera visto pero me equivoqué.
-Hola.-dijo Dani sacándose las manos de los bolsillos.
-Hola.- contesté.
-¿Qué tal?-preguntó.
-Bien, ¿y tú?
-Ahí estamos.-no oír un “bien” me hizo sentir mal.
Un grupo de chicas, de unos quince años, pasó a nuestro lado. En cuanto la primera vio a Dani todas comenzaron a reír y a murmurar. Podía imaginar fácilmente lo que estaban diciendo. Él pareció ignorarlas, pero yo quería romper el silencio que se acababa de formar.
-Me parece que les has gustado.
-¿A quiénes?
-A esas que acaban de pasar.
-Ni me di cuenta.
-Pues sí…
Nuevamente silencio. Tensión. Yo jugueteaba con la manga de mi chaqueta. Él miraba su reloj.
-Bueno, me tengo que ir.-dijo.
-Sí, yo también.- contesté.- Adiós.
-Adiós.
Me giré y mi sombra volvió a asustarme.
-Espera.- le dije.- ¿Podrías acompañarme a mi casa?
-¿Qué? ¿Por qué?
-Prométeme que no te reirás de mí.
-Prometido.
-Pues verás… he ido a ver una película a casa de Vero. Era de miedo y bueno… soy muy miedosa. Ahora me da cosa ir a casa. Si vinieras conmigo sería distinto.
-Está bien.
-Genial.
Ya no tenía miedo, al menos no tanto, pero la situación no era exactamente agradable. Odiaba aquel incómodo silencio. Qué extraño, ¿no? Días atrás aquel silencio sería distinto. ¡Cómo había cambiado todo!
-¿Y qué tal con él?- preguntó, y aquello me pillo completamente desprevenida. No esperaba para nada oír esa pregunta de su boca. No sabía si prefería el silencio o responderle.
-¿Perdón?-pregunté, porque no estaba segura de haber oído bien.
-Ah no, si te molesta no hace falta que contestes. Yo era sólo, por no ir en silencio.
-Pues bueno… bien.- mentí.
-Tu expresión no para decir lo mismo.- ¿Tan mal mentía?- Somos amigos, ¿no? Puedes contármelo.
-Pero es que es algo… raro.
-Ariana, fuiste tú quien quisiste ser mi amiga. Yo sólo intento cumplir tu deseo.
-Claro…- todavía se me hacía raro, pero no quería despreciar su esfuerzo.- No nos hemos visto desde que…- no podía decirlo, pero él asintió y me animó a seguir.- Y lo he estado llamando todo el día, pero no contesta a mis llamadas. No sé si debo preocuparme o no, pero ya sabes como soy.
-Sí, exagerada.
-¡No soy exagerada!
-Sí que lo eres, probablemente se haya olvidado el móvil.
-Ya, pero luego está Erica que no me anima nada en esto. Más bien todo lo contrario, hoy mismo hemos discutido y  me ha dicho que sólo jugaría conmigo. He empezado a pensar que tal vez tiene razón.
-No la tiene.-dijo rotundo.
-¿Por qué estás tan seguro?
-Porque eres sencillamente genial Ariana, nadie que te conozca podría jugar contigo. Mírame a mí, lo que estoy haciendo para poder estar contigo. ¡Te estoy preguntado por tu nuevo novio! Estoy intentando ser tu amigo… Y todo esto sólo lo hago para estar contigo, aunque sea de otra manera pero estoy contigo.
Una lágrima cayó por mi mejilla, y su dedo ya estaba allí para enjugármela.
-Bueno, hemos llegado.- dijo.- Espero que ahora ya no tengas miedo.
-No.- dije sonriendo.- Bueno, tal vez tenga pesadillas pero eso podré superarlo.
-Bien.
-Dani, gracias. Por todo, de verdad.
-No tienes que dármelas, para eso están los amigos.
Y esta vez, cuando dijo amigos, no pareció triste y me alegró. Las cosas entre nosotros se habían suavizado. Aquella conversación, por incómoda que pudiera haber sido, había conseguido arreglar, al menos en parte, todo lo sucedido el día anterior. Me gustaba empezar a pensar que ser amigos podría ser más fácil de lo previsto.
-Dame un abrazo,- le pedí.- por favor.
Y me abrazó fuerte, muy fuerte. Me sentía como una niña en sus brazos. Yo tan frágil, tan inocente y él tan grande, tan fuerte… Pero me reconfortó sentirme entre sus brazos e incluso disipó parte de mis dudas.
-Te dije que iba a estar para todo lo que necesitaras. Así que si necesitas un abrazo, te daré todos los que quieras.
-Entonces dame otro.
Y volví a ver la sonrisa en su cara. Justo donde debía estar.


O preguntarme lo que quieras en Ask: http://ask.fm/noexisteunyo


viernes, 10 de febrero de 2012

Capítulo 27.

Abrí la puerta temblorosa y con las mejillas mojadas, fuera me esperaba Vero. En cuanto me vio salir, se acercó a mí. Cuando vio que lo hacía llorando, lo hizo más rápido.
-Eh, no pasa nada.- dijo dulcemente mientras me secaba las lágrimas.- Es lo que querías, así que, tiene que estar bien.
Por dentro estaba completamente rota y sin embargo había una chispa. Una chispa que se iba avivando conforme pasaba el tiempo, y eso me hacía sentir mal. ¡Pero es que no podía apagarla! Supongo que conseguir lo que deseas tiene un precio, que debes renunciar algo. Yo había renunciado a Dani para tener a Cristian. ¿Y si era lo que quería por qué dolía?
-Tendrías que haberlo visto… Ha sido horrible.
Todavía recuerdo como me pedía que dijera que no, que no le había besado, y como hice desaparecer esa diminuta esperanza al decir que sí lo había hecho. Recuerdo haber visto asomar a sus ojos un ligero brillo de ira, que tan pronto como vino se fue. Recuerdo como se hundieron sus ojos al decir “lo dejamos”. Pero, sobretodo, recuerdo como se pagó su sonrisa al pronunciar la palabra “amigos”.
-Imagino que no habrá sido fácil, pero piensa en lo que te espera ahora.- me animó con una sonrisa.- Te aseguro que cuando menos te lo esperes cambiaras las lágrimas por una gran sonrisa. Y si no, pues sabes que me tienes a mí para hacer que eso ocurra.
-Sí…- su abrazo se anticipó a mis nuevas lágrimas.-Gracias, de verdad.
-Sabes que aquí, las gracias, sobran.- aquello me hizo sonreír.
-¿Lo ves? Acabas de sonreír.- otra nueva sonrisa.
-Debería ir a contárselo a Erica, ¿no? Me parece que va a ser a la que menos gracia le haga.
-Si Laura, que estaba ligando con él, le ha parecido bien… A Erica tiene que aceptarlo, ya lo verás.
-No estaría tan segura, creo que le odia.
-Odiar es un poco fuerte, sólo está un poco recelosa.
“No hagas tonterías” me había dicho. ¿Desde cuando apostar por lo que quieres es una tontería?
-No sé yo…
-Que sí. Te acompaño, ¿quieres? Y así te doy conversación.
-Vale.- sonreí.
Y echamos a andar. Hacía frío, demasiado para ser marzo. Las nubes, al igual que yo misma, tampoco parecían demasiado alegres. Tal vez, se estuvieran solidarizando conmigo. Lo agradecí, no me habría gustado ver un sol radiante burlándose de mí. Prefería la lluvia ya que, bajo ella, podría ocultar las nuevas lágrimas que asomaban a mis ojos.
-Y el otro día…- Vero no paraba de parlotear, yo a penas la escuchaba. Esperaba que no se diera cuenta.
Tengo la certeza de que soy una persona frágil, demasiado sentimental. Me hundo y me encierro en mí misma miles de veces. Probablemente llore más veces de las que sonrío y mi llanto se escuche más que mi risa. Me asusta la facilidad con la que espero lo mejor de todo el mundo y aún más, lo pronto que esas expectativas se rompen. Creo que en ocasiones sufro de bipolaridad, sí bipolaridad, tan pronto digo que sí como que no, ahora mismo puedo estar perfectamente y en cuestión de segundos ser la persona más infeliz del mundo. A la hora de hacer las cosas dudo demasiado, supongo que no soy muy echada para delante. Si me paro a analizar mi vida, no estoy segura de que los buenos momentos compensen a los malos. Y todavía no sé muy bien quien soy, pero estoy en proceso de conocerme.
-Sí.- asentí sin saber a qué.
-Y entonces…
-Vero, no me entiendo.- la corte.
-¿Cómo?
-Que no me entiendo, antes sólo quería estar con Cristian y ahora que puedo estarlo… bueno, simplemente mírame.
-Pero, eso es sólo porque te preocupas por él y no te gusta verlo mal, y menos por ti.
-El pensar que he hecho daño a alguien no me hace sentir mejor.
-¡No es el fin del mundo! Se le ve experimentado, así que seguro que no es su primera vez. Además fijo, que él también habrá roto algún que otro corazón.
-Pero…
-Ya verás que cuando veas a Cristian se te pasan todas las dudas.
Y ella siguió con su historia, y yo inmersa en mis pensamientos. Esperaba que Vero tuviera razón y que mis dudas se aclararan de una vez, porque ya estaba demasiado harta de ellas. Antes de darme cuenta, ya habíamos llegado.
-Bueno, me voy.
-¿Por qué? Puedes venir conmigo si quieres.
-Si hubieras escuchado lo que te dije sabrías porqué.- al final, resultó que sí se había dado cuenta.
-Lo siento…- me disculpé poniendo la mejor de mis sonrisas.
-Por esta vez, te lo perdonaré.
-¡Eres la mejor!
-¡Ya lo sé!
-Que poco modesta eres…
-Eso también lo sé.
-¡Vero!- dije sonriendo.
-¿Qué? Es cierto, ¿no?
-¡Cómo eres!
-¡Gracias!- contestó prolongando la “a”.-Y que sepas que he quedado con un chico guapísimo.
-Pues diviértete.
-Tranquila, lo haré. ¡Suerte!
-Me hará falta.
Timbré y me abrió la puerta su madre, acompañada de su perra Luna, tan rubia como el resto de la familia.
-Hola Ariana.
-Hola, ¿está Erica?- pregunté mientras acariciaba a la perra.
-Sí, en su habitación.
-Muchas gracias.
Entré a la casa, atravesé el salón donde estaba su hermano pequeño, Mateo, y Cristina, su otra hermana pequeña. Nos saludamos y fui directa hasta su habitación, golpeé la puerta y la abrí. Estaba tumbada en su cama, con el móvil en las manos.
-Hola.
-Hola, ¿y tú por aquí?- dijo mientras dejaba el móvil en la cama y se sentaba.
-Tenía que hablar contigo, y me pillaba de camino.
-Pues ya sabes.
-He dejado a Dani.
-¿Qué? ¿Por qué?
-Por Cristian.
-¿Pero no le habías ignorado?
-Sí, pero cuando me fui…- y le conté toda la historia.
-¡No puedo creerlo! Te dije que…
-Sí, que no hiciera tonterías.-la interrumpí.- Pero esto no es ninguna tontería.
-¿Cómo que no? Tuvo su oportunidad, y la dejó pasar. ¿Es qué no lo ves? Sólo te está utilizando.
-¿A caso Yago no hace lo mismo contigo?
-Yago no me utiliza.- contestó rotunda.
-¿Entonces como explicas todas vuestras idas y venidas?
-No sé de que me hablas.
-Lo sabes perfectamente.
-No, no lo sé.
-¿Cuántas veces te ha dejado desde que empezasteis a salir?
-No sé, pocas.
-Entonces tenemos diferentes conceptos de la palabra poco.
-Yo ya sé que Yago no te gusta, pero…
-No se trata de que me guste o no, si no de lo que creo que es mejor para ti.
-Eso lo decido yo, no tú.
-Pero tú estás demasiado ciega.
-¡Dios! Eres incapaz de entenderlo.
-¿Entender el qué?
-Pues que él, que me confunde con su sí y su no, con sus constantes idas y venidas, que me hace tocar el cielo con la punta de los dedos y a la vez me deja caer. Él, que con un simple susurro me hace temblar y quedarme sin palabras, pero también consigue hacerme llorar. Él, que con sólo decir mi nombre me hace sentir la persona más especial del mundo. Él, que con una simple mirada hace que mi corazón se descontrole, y también sabe como paralizarlo. Él, que con su sonrisa consigue parar el tiempo. Él, que hace que cada día sea especial. Es la persona a quién yo quiero Ariana, ¿no puedes entenderlo?
-Entonces, tú también deberías entender que apueste por Cristian.
-Pero no es lo mismo.
-¡Es exactamente igual!
-Yo no lo veo así.
-Da igual, yo pienso intentarlo. Sí me equivoco, te daré toda la razón y te pediré perdón tantas veces como quieras. Pero merezco poder elegir, y equivocarme.
-¡Al igual que yo!
-La diferencia es que tú ya te has equivocado y eres incapaz de admitir tu error.
Toda la habitación se quedó en silencio. La tensión podía cortarse con un cuchillo. Hacía tiempo que tendríamos que haber tenido esta conversación. Quizás ahora ya era demasiado tarde.
-Será mejor que dejemos esto así,- dijo finalmente, rompiendo el silencio.- y nos olvidemos de todo lo que hemos dicho antes de que esto acabe peor, y ya no tenga arreglo.
-Está bien, pero pienso seguir adelante con mi decisión.
-Yo también con la mía.
-Hasta mañana.- dije.
-Hasta mañana.- contestó.
Cerré la puerta y me fui, esperando y deseando que mañana las cosas no hubieran cambiando, ya que habíamos marcado un punto de inflexión.
Contactar conmigo enFacebook: http://www.facebook.com/profile.php?id=100002898500010

Seguirme en Twitter: http://twitter.com/#!/Noexiste1yosino

O preguntarme lo que quieras en Ask: http://ask.fm/noexisteunyo

PD: gracias por haber hecho, que ya seamos más de cuarenta seguidores en el blog, ¡ahora a por los cincuenta!