martes, 20 de septiembre de 2011

Capítulo 7.

Aquella mañana me desperté más pronto de lo normal, demasiado pronto (así tendría mucho tiempo para comerme la cabeza). Tenía la mente despejada, las ideas aclaradas y un objetivo  aparentemente imposible: olvidarme de aquel chico que había despertado tantas emociones dentro de mí, incluso aquellas que desconocía poseer.                                                                         Había vuelto a soñar con él, con su sonrisa y era más feliz que nunca, entonces me desperté y me di cuenta de que absolutamente nada de aquello era real y noté que algo se quebraba en mí, añoraba lo ocurrido en el sueño, lo quería para mí. ¿Por qué me torturaba de esa forma? ¿Por qué seguía soñando con él? ¿Por qué  mi subconsciente hacía que todo parecía tan real? Nota para el futuro: aprender que los sueños, sueños son, que por mucho que alguien prometa bajarte la luna seguirá ahí arriba, que aunque alguien quiera contar todas las estrellas del cielo para decirte lo mucho que te quiere no contará ni la primera. Y es que quisiera vivir en una realidad y no de sueños, pero soñar me hace feliz, porque en mis sueños soy yo quien decide lo que sucede, y ahora mismo, por muy difícil que pudiera parecer, yo decidía que me quisiera.
Cogí el ordenador para distraerme un poco, evitar pensar y volver a hundirme. Me metí en el tuenti y lo primero que hice fue cambiar mi principal, pero al verla todos aquellos sentimientos grises volvieron a mí, haciendo que mis ojos volvieran a enrojecerse por las lágrimas. Le di a Inicio y volvía a estar ahí, en novedades. Su estado tenía comentarios: “Te quiero” Ni me molesté en mirar quien era su nueva novia, o lo que fuera,  no quería torturarme más y, al fin y al cabo no teníamos ningún amigo en común, así que no la conocía, ya no merecía la pena y cerré el ordenador.

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Salí de casa también más pronto de lo habitual y me tomé el camino con calma. Anduve sin prisa, despacio, prácticamente arrastrándome de rincón a rincón y de repente como si de un acto reflejo se tratara me paré en seco y noté mis ojos humedecidos por segunda vez aquella mañana. Estaba en el mismo sitio donde unos días antes lo había conocido y los recuerdos comenzaron a abrumarme, la caída, sus ojos, su voz, su sonrisa, él en estado puro.                      La nostalgia comenzó a apoderarse de mí y las lágrimas a descender. ¿Por qué? A penas lo conocía y ¿ya lloraba por él? ¿Amor a primera vista? No, imposible, eso sólo ocurre en las películas y en las historias no en la vida de una chica normal, pero ¿qué explicación podía tener aquello? Y empezó a llover, y así, la lluvia oculto mis lágrimas, haciéndome parecer un poco más fuerte, aunque en ese momento era la persona más frágil que podía existir.                       Continué mi camino enjugándome las lágrimas, evitando pensar y tratando parar de llorar. Subí al autobús desganada, me senté en el primer sitio que encontré, me acurruqué contra la ventana y no di señales de vida hasta que tuve que bajar. Fui la primera en llegar y esperé a las demás en nuestro sitio habitual, diez minutos más tarde llegó Erica.
-¡Hola!
-Hola… -contesté sin molestarme en ocultar mi estado de ánimo.
-¿Qué pasó? – y entre lágrimas le conté como el día en que creí poder volar, me quedé sin alas y me caí en el más profundo agujero.                                                                                                                                                
-Tengo una idea, como sé que no seré capaz de hacerte parar de pensar que ese chico es perfecto y como sé que seguirás llorando hasta que se te acaben las lágrimas te dejaré un tiempo para que se agoten. La idea es “mes nuevo, vida nueva” y cuando empiece febrero volverás a sonreír y ser feliz, y ya me ocuparé yo de que sea así, ¿vale? – y asentí sabiendo que no podía negarme, que cuando se trataba de mi felicidad Erica podría hacer todo lo impensable, y en momentos así me daba cuenta de que no existía nadie mejor ni más perfecto que ella, incluso él a su lado, no era nada. Y con la idea de que en tres días volvería a ser feliz entré en clase y me olvidé de todo.
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A medida que se acercaba el día treinta y uno mi estado de ánimo iba subiendo, poco a poco, en parte porque las lágrimas se me había agotado y ya no le veía sentido a seguir llorando, en parte porque estaba ansiosa por saber que habría preparado Erica para mi “nueva vida”.                                               El día treinta y uno a la noche, cerca de las diez, Erica me llamó.
-¡Hola! ¿Preparada para volver a empezar? – su voz sonaba realmente entusiasmada, ¿qué habría hecho?
-Tampoco tengo otra opción, ¿no?
-Eso es verdad pero, un poco de entusiasmo no te vendría nada mal, – si hubiera estado delante de mí me habría echado la lengua, estaba completamente segura.-  de toda formas tengo un plan infalible, ya lo verás.
-Me das miedo.
-¡Oye, por ahora no muerdo!
-Esto me da más miedo que un mordisco tuyo, no lo dudes. – y pude escuchar su sonora risa al otro lado del teléfono, aquella risa que conseguía hacerme sentir mejor, la que me reconfortaba y me daba tanta seguridad que prácticamente me sentía invencible, toda ella era así.
-Está bien, redoble de tambores por favor, - y se puso a imitar el sonido de un tambor.- he hablado con Dani.
-¿Y…?
-Pues le he explicado que lo de la fiesta, lo de escabullirte cada vez que lo veías…
-¿Estás diciendo que…?
-Sí, se dio cuenta.- ¿cómo podía saber lo que le iba a preguntar antes de hacerlo?- A lo que íbamos, le dije que lo hacías porque te asustaste y que querías ir despacio con él.
-Explica eso de “ir despacio con él”
-¡Esa es la mejor parte, ya lo verás! Mi explicación le convenció y mañana – hizo una pausa que duró más tiempo del que me habría gustado.
-¿¡Mañana!?
-Mañana…
-¡Erica, por favor, suéltalo ya!
-Te veo muy ansiosa ¡eh!
-Erica…
-Está bien, está bien. Trata de contener tu emoción, que no va a ser poca ¿vale?
-Lo intentaré-
-¡Mañana te va a pedir salir!
-¡Nooooooooo!
-¡Siiiiiiiiiiiiiiii!
-¡Nooooooooo!
-¡Siiiiiiiiiiiiiiii!
-¿Esto es una broma verdad?
-¡Nooooooooo!
-No me puedo creer que hayas hecho esto, ¿así voy a animarme?
-¡Cualquiera se anima viéndolo! – Suspiré- Venga, no es tan terrible, ya verás.
-Que sepas que te voy a matar cuando te vea.
-Ahora la que tiene miedo soy yo.
-¡Oh, haces bien en tenerlo!
-Por favor, que sea una muerte rápida entonces.
-¡Sueña, vas a sufrir!
-¿Así es como tratas a tu mejor amiga?
Y seguimos bromeado y riendo un buen rato hasta que se nos acabó la conversación, y es que el cansancio empezaba a notarse. Cuando colgamos volvió a mi mente el lío en el que me acababa de meter, ¿qué se supone que iba a hacer? Tal vez, si se tiene las manos quietas, no sea tan malo. De hecho el otro día había descubierto que era más que una cara bonita, era gracioso y divertido e incluso había conseguido que cambiara mi opinión sobre él, había pasado de ser el chulo egocéntrico a ser simpático, si lo conociera más a fondo todavía podría cambiar más ¿no?                                                                                                                                                                                    Aún no tenía nada claro, prefería dormir, descansar y pensarlo con claridad. Sin embargo aquello había conseguido algo que hacía apenas unas horas parecía completamente imposible, Cristian ya no ocupaba el primer lugar en mi mente, pasaba a ser algo secundario, y eso era una buena señal, alcanzar la felicidad parecía estar mucho más cerca que nunca.                                                      

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