martes, 6 de septiembre de 2011

Capítulo 4.

Después de cenar me fui a mi habitación y cogí dudosa la Blackberry ¿lo llamo? Estaba claro que quería recuperar mi móvil y por mucho que quisiera negarlo sentía curiosidad por aquel chico. Tuve tentaciones de mirarle el móvil, ver como se llamaba, si tenía novia, ¡quería saberlo todo de él! Entonces el móvil comenzó a vibrar en mis manos y el corazón empezó a latir mucho más rápido de lo que podría ser saludable.
-¿Si?
-¿Cariño? – contestó una voz femenina desde el otro lado del teléfono y sentí cómo mi corazón volvía a su ritmo habitual. -¿Eres tú? ¿Con quién estás?
- Mmmm… no, no es él - ¡mierda, tenía novia!
-¿Y tú quién eres?
- Ariana…
-¿Ariana? ¡Joder, ahora lo entiendo! Dile a ese capullo que no me llame más. – estaba histérica y gritando, ¡menudo mal entendido!
-Perdona pero, no es lo que parece. Verás resulta que… - ¡había dicho no es lo que parece? ¡Qué tonta soy!
-¿¡Qué no es lo que parece!? – gritó interrumpiéndome. – Creo que está todo muy claro.- y colgó.
¡Qué marrón! ¿Cómo  iba a poder explicarle que su novia lo había dejado? Y entonces el móvil sonó de nuevo y mi corazón volvió a latir hasta límites insospechados.
-¿Hola?
-¡Hola!  ¿Por casualidad no serás la chica a la que casi mato hoy a la mañana, no?- y me eché a reír.
-Pues has dado en el blanco, porque esa soy yo.- ahora el que reía era él, incluso por teléfono su risa tenía fuertes efectos sobre mí.
-Siento mucho lo de la mañana, enserio, pero me parece que vas a tener que verme una vez más para intercambiarnos los móviles, ya sabes.
-Creo que podré superarlo. – y nuevamente esa risa que me volvía loca.
- Aunque si prefieres yo me quedo el tuyo, es mucho más nuevo que el mío.
- ¡Ni lo sueñes! Es mi regalo de cumpleaños. – hablar con él era sencillo, sólo tenía que dejarme llevar y decir lo primero que se me ocurría en ese momento y por increíble que pareciera no me daba corte ni vergüenza de ningún tipo, era como si mi timidez con él ni existiera.
-¿Cuándo es tu cumpleaños?
-¡Hoy!
-¡No me jodas, ahora me siento peor, tiré al suelo a una cumpleañera! – y ambos nos reímos.- Por cierto, felicidades.
-Gracias.
-Bueno y ¿cómo hacemos para devolvernos los móviles?
-No sé, ¿cuándo tienes un hueco libre?
-¿Te viene bien el domingo? ¿A las cuatro?
-Sí, perfecto.
-Entonces nos vemos.
-Sí, nos vemos y no me gastes mucho el saldo.- pensé que me moría cuando lo volví a escuchar reír.
-Tranquila, procuraré no hacer demasiadas llamadas.- estaba a punto de colgar cuando me acordé de que tenía algo muy importante que decirle.
-Se me olvidaba, antes llamó tu novia y… - ¡Tierra trágame! – dice que te deja y que no le vuelvas a llamar. –silencio al otro lado. – Lo siento, contesté y pensó que era tu amante o algo así, lo siento, lo…
-¡Hey, tranquila! La iba a dejar en cuanto pudiera hablar con ella, en el fondo me has hecho  un favor no sabía cómo decírselo, así que gracias.
-Eeeeh… de nada, supongo. -¡No me lo podía creer! – Bueno, adiós nos vemos el lunes.
-¡Espera! ¿Cómo te llamas?
-Ariana.
-Ariana. – y al oír como pronunciaba mi nombre juro que podría ser capaz de volar. – Encantado, yo soy Cristian. – y colgó. Cristian… y entonces en mi estómago apareció un cosquilleo y esta vez mi corazón era incapaz de disminuir su ritmo.
Esa noche fue la primera que soñé con él. Llegaba tarde a clase, así que me eche a correr pero sin prestar demasiada atención a lo que hacía y de repente choqué contra algo y me caí al suelo. Había chocado contra un chico, un chico guapísimo que me tendió la mano para ayudarme a levantarme. Cuando estaba de pie, a menos de dos centímetros de él, nos miramos fijamente a los ojos ¡qué ojos! De forma involuntaria nuestros labios empezaron a aproximarse, estaban muy, muy cerca y entonces…
Biiiip,biiiiip,biiiiip.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¡Era sábado! ¿Por qué algo me despertaba? Y lo peor de todo, ¿Por qué alguien me sacaba de mi sueño?
Biiiiiip,biiiiiip,biiiiip.
Era el móvil, lo cogí y lo miré. Un nuevo mensaje, ¿lo abría? Al fin y al cabo ese móvil no era mío, pero al final la curiosidad pudo conmigo.
“Oye, todo lo que le dije ayer a esa chica era mentira, lo dije sin pensar. Confío en ti y sé que sólo fue un malentendido. Te quiero, Sandra”
¿Qué? No podía ser, pero por otra lado él mismo me dijo que ya no le interesaba que le había hecho un favor al haber contestado, entonces no tenía de que preocuparme ¿no? Esto no podía estar pasando, a penas lo conocía, más bien NO lo conocía y ¿ya me jodía que tuviera novia? Pero al ver como se llamaba cogí el móvil y miré sus imágenes, conseguí encontrar una con el título “Sandra y yo” En la imagen aparecía una chica preciosa de ojos color miel y larga melena lisa castaña con una gorra en la cabeza, que sin duda era de su novio. A su lado estaba Cristián sonriendo, parecía feliz, demasiado feliz. Definitivamente estaba paranoica, era solo una obsesión causada por su físico perfecto, sí, sin duda era eso. Y tratando de hacerme un lavado de cerebro para convencerme de que esa era la razón de mi obsesión con ese chico me volví a dormir, era sábado y por nada del mundo pensaba madrugar.
Me desperté a las doce me di una ducha rápida y repetí el proceso de secado y alisado del pelo, pasé de desayunar ya que dentro de poco sería la hora de comer y me apalanqué en el sofá a ver la televisión. Después de comer traté de llamar a alguien para no pasar una tarde de sábado en casa a base de películas, palomitas y chocolate, pero nadie me contestaba al teléfono, así que me puse a elegir una película. Al final me decidí por Historias de San Valentín, que cuenta varias historias durante el día de San Valentín. Hice palomitas, cogí chocolate y me tumbé en el sofá. Cuando estaba a punto de darle al play me habló mi madre.
-¿No sales?
-No mamá, hoy todo el cosmos ha conspirado contra mí para que me quede en casa.
-¿Perdona?
-Nadie me coge el teléfono.
Y se sentó a mi lado en el sofá y vimos juntas la película. Extrañamente pudimos verla acabar entera y del tirón, Nerea había salido con papá y una amiga y no volvería hasta que empezara a oscurecer. Cuando acabó la película pusimos otra, esta vez El diario de Noa, la había visto mil veces y aún no me cansaba. A media hora de acabar la película llegó Nerea y no nos quedó más remedio que pararla, entonces sonó el teléfono.
-¿Diga?
-¡Morena, ponte el vestido y lo más guapa que puedas! En media hora estoy en tu casa. – La voz de Erica sonaba emocionada.
-Primero tendré que preguntar si me dejan salir ¿no?
 -Tranquila, tu madre ya sabe de qué va todo. – y así, dejándome con la palabra en la boca me colgó. ¿Qué tramarían?
Fui a mi habitación y algo confusa me puse el vestido, una blazer gris y unos tacones del mismo color. Elegí unos pendientes grandes y plateados y me puse el pelo liso hacia un lado. Me maquillé un poco pero no en exceso, un poco de base, pintalabios y poco más. Estaba cogiendo un bolso cuando llamaron al timbre.
-¡Mamá, dile que bajo ahora!
Salí corriendo hacia la puerta.
-Espera- dijo mi madre. Me remangó las mangas de la blazer. – Así mucho mejor, pásalo bien.- y me dio un beso.
Llamé al ascensor y me preparé para la misteriosa sorpresa que me habían preparado mis amigas, conociéndolas podría ser cualquier cosa por lo que abandoné la idea de intentar adivinarlo, fuera lo que fuera la noche no iba a estar mal, iba a divertirme o al menos eso intentaría y si mis amigas estaban conmigo ¿qué podía salir mal?

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