lunes, 30 de julio de 2012

Capítulo 3 (nueva versión)

¡Pii!

¡Piiiiii!

¡PiiiiiiiPiiiiiPiiiiiiPiiiiiiiiiiiiiiii!

"¡No puede ser! ¿Ya son las 7:30?" piensa en cuanto la despierta el despertador.

Y efectivamente, era hora de levantarse aunque apenas había dormido cuatro horas. Se moría de sueño… Y así, adormilada se levantó. Y tan dormida iba que lo hizo con el pie izquierdo, literalmente.

-¡Mierda, mierda, mierda! – Gritó - Menuda forma de empezar mi cumpleaños…

Cuando llegó a la cocina la esperaban Alberto, Lucía y Nerea. En cuanto la vieron entrar, gritaron todos a coro:

-¡FELICIDADEEEEEES! – el ensayo había merecido la pena, lo habían conseguido hacer todos a la vez. Nerea sonrío satisfecha al comprobar que su idea había funcionado.
Lucía se apresuró a darle un beso, Alberto le dio el primer tirón de orejas del día y Nerea le cantó el cumpleaños feliz con su dulce y aniñada voz.

-Tú regalo – dijo su madre orgullosa mientras le daba una caja envuelta en papel de regalo rojo –espero que te guste.- y le dedicó a Alberto una mirada cómplice.

Ariana abrió el regalo procurando no romper el papel, otra de sus miles manías, y cuando vio lo que había dentro no se lo podía creer.

-¡Una Blackberry! – gritó mientras abrazaba a Alberto y a su madre.

Estaba emocionada con el regalo. No se podía creer que le hubiesen regalado por fin una Blackberry. Llevaba unos dos meses dándoles la lata para que le compraran una y ahora por fin la tenía. Por ahora, lo del pie izquierdo no parecía estar pasándole factura.

-¿Para mi no hay abrazo? – dijo Nerea poniendo morritos y su hermana mayor la abrazó haciendo que desapareciera cualquier brote de enfado. Es increíble como con un simple abrazo la niña ya podía ser feliz y eso era una de las cosas que Ariana echaba de menos de ser pequeña, el cómo las pequeñas e insignificantes cosas podían llenarte por completo y hacerte feliz, ahora eso era un poco más difícil.

Conseguir prepararse para ir a clase le llevo más tiempo de lo normal, nada le convencía. Al final optó por unos vaqueros pitillo, una camiseta negra, una chaqueta tweed en blanco con botones dorados, un colgante del mismo color y unas francesitas negras. Se dejó el pelo suelto y como cada mañana, antes de salir, se miró en el espejo y se hizo la raya. En cuanto salió de casa una ráfaga de viento la sacudió y volvió adentro a por un abrigo. Con el abrigo puesto tenía menos frío, pero aun así habría agradecido unos rayos de Sol que le diesen algo más de calor. Pero del mes de enero no se podía esperar más. Entonces miró el reloj y vio que estaba a punto de perder el autobús.

-¡Mierda!- maldijo. Al final lo del pie izquierdo puede que si influyera…

Así que echó a correr lo más rápido que pudo. No le gustaba demasiado correr y tampoco era muy rápida, pero se esforzó todo lo que pudo. La mochila le iba dando saltos notaba una libreta clavada en la espalda. Aquello la molestaba, pero no tenía tiempo de pararse a colocarla. Alzó la vista y vio que el autobús acababa de aparcar en la parada. Aceleró el paso. Cincuenta metros. Cuarenta. Veinte. Ya casi. Diez. Estaba a punto de llegar. Y de repente… ¡zas! Un golpe seco y cayó al suelo. Mientras caía le dio tiempo a ver como su regalo de cumpleaños había salido volando y había parado en el suelo a la vez que ella, sólo esperaba que no se hubiera estropeado ya al primer día. En ese mismo momento el autobús cerró las puertas.

-Lo siento, – dijo una voz masculina. ¡Y qué voz masculina! Sonaba tranquila, amable era como música para sus oídos.- iba con prisa y no miré por donde iba.

-Tranquilo, yo tampoco estaba muy atenta. – contestó un tanto cortada. Fue a coger su móvil y vio que en el suelo había dos igualitos.

"Vale, y ahora ¿cuál será el mío?" pensó mientras trataba de encontrar alguna diferencia. "Definitivamente es éste, sí, se ve mucho más nuevo" dijo para sí y lo cogió.

No parecía demasiado roto ni estropeado por la caída.

"¡Menos mal!"

Sin embargo el otro parecía un poco más afectado. Se guardó el teléfono en el bolsillo. Entonces levantó la vista y lo vio. Tuvo que parpadear un par de veces para asimilar lo que veían sus ojos. Demasiado perfecto para ser real.

- ¡Jo-der!- exclamó tal vez demasiado alto o al menos lo suficiente para que él la hubiera escuchado, perfecto, a eso se le podría llamar un buen comienzo. Tenía unos ojos azules preciosos, más profundos que el propio mar. Sin duda se podría nadar en ellos. Una sonrisa blanca y perfecta, muchísimo mejor que la del profesor de historia. El pelo castaño claro liso en una media melenita que se le había despeinado por el golpe y lo hacía todavía más sexy, si es que se podía serlo más. Era unos centímetros más alto que Ariana y su piel era morena.

"¡Pero qué niño más guapo!"

Aunque hacía mucho tiempo que había dejado de ser un niño, se había visto obligado a madurar. Era realmente atractivo ¡qué demonios! Era mucho más que atractivo.

"¿Soy yo o ha empezado a hacer calor de repente?!

-¿Qué decías? – dijo sonriendo. Sí, realmente hacía calor, ¡menuda sonrisa! ¿Por qué habrían enviado un ángel como éste a la Tierra? Y además ¿por qué habrían decido mandarle a ella un ángel como éste?

-Ah no, nada – dijo tímidamente. ¡Menudo comienzo!

El chico cogió su móvil, acto seguido le tendió la mano y le ayudó a levantarse, ¡que manos más suaves! ¿Es qué este chico no tenía ningún defecto? Cuando por fin se apoyó en sus pies sus ojos estaban a la misma altura que los del chico y lograron coincidir antes de que ella, avergonzada, apartara la vista. Fue un instante, a penas perceptible, en el que dos almas, dos corazones, dos cuerpos y dos personas conectan. Es como cuando conectas algo a la corriente y se activa. Como cuando saltan chispas.

-Bueno me tengo que ir, como ya has visto voy con bastante prisa. – Volvió a sonreír y Ariana pensó que se iba a derretir en el mismo lugar donde estaba- Adiós y… lo siento. – echó a correr y se fue dejándola allí, paralizada sin poder decir más. ¡Ufff qué calor! Definitivamente la perfección existía y se había plantado delante de ella. Lo vio alejarse corriendo y cuando lo perdió de vista volvió a la realidad. ¡Había perdido el autobús! Así que ella también echó a correr.

Cuando consiguió llegar al instituto la primera clase de la mañana ya había empezado. "¡Genial!, me pondrán un retraso el día de mi cumpleaños"
Entonces vio un pequeño agujero en sus pantalones, habría sido de la caída. Sí, su cumpleaños tenía la pinta de ser un día perfecto, con toda la ironía del mundo.
Entró a su primera clase, biología, y pudo ver que Erica estaba ensimismada con las palabras del profesor, Vero hacía dibujos en su mesa y Laura no paraba de tomar apuntes, el resto de la clase hacía lo que podía. Llamó a la puerta.

-Lo siento, ¿se puede?

-Se puede llegar antes, señorita. ¿Trae justificación?- negó con la cabeza.

-He perdido el bus.

-Siéntese y procure no hacer ruido para no molestar a sus compañeros. – y se dirigió hacía el parte para ponerle su retraso, sin poder evitarlo esbozó sonrisita de satisfacción cuando pasó su bolígrafo por el papel. Esperaba que su alumna no se hubiera dado cuenta. Pero sí lo hizo. Ariana se dirigió a su pupitre y cuando estaba sacando los libros vio que encima de su mesa había un papelito envuelto, lo abrió y leyó lo que ponía:

¡Felicidades!, prepárate para el tirón de orejas y la humillación pública mientras te cantamos el cumpleaños feliz a gritos, procura no ponerte roja. Te queremos, Vero, Erica y Laura.
PD: esperamos que podamos celebrarlo como Dios manda.

"¡Qué majas!" pensó.

Aunque la verdad aún no había preparado nada para celebrar su cumpleaños, daba por hecho que Vero se encargaría de todo, como siempre. Al cabo de un rato le llegó otro papel, era de Vero :

Tía, no te agobies que yo me encargo. ¿Pensabas que te iba a dejar sola en esto?

Respiró aliviada, ella sola no sabría que hacer. Y así pensando e imaginando qué haría Vero se le pasaron las primeras horas hasta que llegó el recreo.


-¿Por qué has llegado tarde? – Preguntó Laura- A ver no quiero parecer tu madre ni nada, pero tú Ariana Pérez Sánchez nunca llegas tarde.

-Me desperté con el pie izquierdo, en el sentido literal de la palabra.- y todas se echaron a reír, ninguna de sus amigas tampoco acababa de creerse el rollo del pie izquierdo.

- Eres una maniática, ¿lo sabes no?

- Tengo alguna que otra manía, sí. – y más risas. – En definitiva salí tarde de casa, me caí al suelo por chocar contra un macizorro, perdí el autobús y me tocó venir andando, más bien corriendo.

-¿Cómo de macizorro? – preguntó Vero con mucho interés. Y les explicó como era, como se había embobado hasta el punto de quedarse sin habla, como era su mirada, su sonrisa, su pelo, su piel.- Mirad si era guapo que ni me fije en su ropa.

-¡Guauuuuuuuuu! – exclamaron todas a la vez y volvieron a reírse.

-¿No estarás exagerando no? – preguntó Vero. – Los chicos tan perfectos no existen.

-Míralo por el lado bueno, al final tu día no ha sido tan terrible. – dijo Laura.

-¿Qué? – preguntó.

-Pues está claro, ¡has conocido al tío más bueno de todo el planeta! O al menos eso te parece a ti. – y nuevamente todas estallaron en risas.

-Y además mirad, - sacó la Backberry del bolsillo. – mi primer regalo de cumpleaños.

-¿Y habías tenido un mal día? – preguntó Erica. – ¡Ojalá mis malos días terminaran con un Smartphone en mi bolsillo! – y nuevamente más risas. Con ellas a su lado todo le parecía mucho más fácil, con ellas a su lado su cumpleaños sí que era genial y es que si las tenía a su lado alcanzar la felicidad era mucho más fácil.


Cuando acabaron las clases las cuatro se fueron a comer juntas para celebrar el cumpleaños de Ariana.

-¡No, a un italiano! – rogaba Erica.

-¡Mejor al Hard Rock! – protestaba Vero.

-Yo prefiero un chino. – y se rieron todas.

Al final acabaron en el italiano porque, al pasar por allí Vero vio que el camarero estaba muy bien y quiso entrar.

-¿A qué salgo con su número de teléfono? – y entró.

Se sentaron en la primera mesa que vieron. Vero se colocó bien la falda y se peinó con las manos. Pero cuando vio que en lugar del camarero guapo venía una señora con cara de pocos amigos poco le faltó para ponerse a gritar. Pidieron una pizza cuatro quesos para compartir y luego un plato de pasta cada una. En cuanto llegó la pizza se pusieron a comer.

-Vengo ahora. – dijo Vero sin dar más explicación.

-¿A dónde irá? – preguntó Laura.

-No sé … ¿al baño? – trató de contestar Ariana, aunque tampoco lo tenía demasiado claro.

Al cabo de diez minutos volvió.

-¡Tengo su número!

-¡Imposible!- saltaron las otras tres a la vez.

-¡Pues aquí está! – y les enseñó la servilleta con el número de teléfono. ¡Qué tía!

-¿Te importa si me guardo yo también el número? – bromeó Erica y todas se echaron a reír.

-Lo siento, pero este es mío.- dijo realmente satisfecha por su logro.

Por la tarde se fueron de compras. Entraron en todas las tiendas y Vero, Erica y Laura insistieron en que pagaban ellas, era el regalo de cumpleaños de Ariana, y como vio que era imposible hacerlas cambiar de idea aceptó y dejó que pagaran todo cuanto quisieron. Finalmente entraron en una tienda llena de vestidos preciosos y cada una se probó uno. El de Erica era un vestido de gasa muy vaporoso, le daba por encima de las rodillas. El escote era palabra de honor, y justo debajo del pecho llevaba una especie de cinturón en forma de lazo. Era de color blanco, ¡Parecía un ángel! El de Vero era un vestido muy, muy ajustado y muy, muy corto. Era de tafetán de color rojo. El escote era en forma de V y la verdad es que con ese vestido podría seducir a quien quisiera. El de Laura era mucho más discreto, le daba por las rodillas, con escote asimétrico y de acetato verde, el vestido en sí no era especialmente bonito pero puesto en ella ya parecía otra cosa. Ariana eligió un vestido asimétrico con escote en la espalda de color indefinido entre azul y verde. Era curioso que eligiera ese color porque sus ojos también estaban entre esos dos colores. Le gustaba aquel vestido, le sentaba bien. Cada una se compraron sus respectivos vestidos, esta vez sí que pudo pagar el suyo, aunque no tenía muy claro para qué, y fueron directas al Starbucks. Ariana se encargó de coger los cuatro chocolates calientes y de pagar, teniendo en cuenta que se lo habían pagado todo ellas no iba a pasar nada por pagar cuatro chocolates. El resto fueron a coger sitio arriba.

-¡Ya nos tardabas! – gritó Vero y todo el mundo se giró hacía ella.

-¡Si apenas he tardado unos cinco minutos!- contestó ligeramente enrojecida porque todas las miradas que se clavaban en ella.

-Y ya te echaba de menos, amor mío. – y volvieron a estallar las carcajadas.

Se sentó en el sitio que quedaba vacío y empezaron a hablar de todo lo que habían comprado. Entonces Ariana les hizo la pregunta que llevaba toda la tarde deseando hacerles.

-Y ¿para qué son los vestidos? – y ellas contuvieron la risa.

-Es una sorpresa. – dijo Laura intentando contener de nuevo la risa. – Cuando sea el momento de ponérnoslos ya te avisaremos.- y esa fue la única respuesta que obtuvo.

Todas empezaron a beber sus chocolates y se quedaron en silencio. Ariana aprovechó ese silencio para coger su Blackberry y toquetear todos los botones para entender cómo funcionaba. Cuando la desbloqueó vio el fondo de pantalla. En el aparecían una chica de mi edad con un perro, un bulldog francés, entre las manos y a su lado el chico con el que se había chocado esa mañana. Entonces lo entendió.

-¡Mierda, mierda, mierda! – dijo.

-¡Hey, relaja! ¿Qué pasa? – preguntó Erica.

-He perdido mi Blackberry.

-Pero si la tienes en la mano. – dijo Laura.

-No, ésta no es la mía. – le contestó prácticamente histérica.

-¿Cómo qué no es la tuya?- preguntó Vero.

-¿Os acordáis del ángel caído del cielo del que os hable?

-¡Como para olvidarlo! – soltó Vero y estallaron en risas todas menos Ariana.

- Pues creo que al caernos cogí el móvil equivocado.

-O sea que tú tienes el móvil del guaperas y él el tuyo ¿no?- preguntó Erica y asentió.

-¡Pues de puta madre! – dijo Vero demasiado contenta.

-¿De puta madre? ¡El móvil de mis sueños, el que me acaban de regalar HOY está en manos de otra persona y además, por lo que pude ver un tanto jodido! – contestó ligeramente enfadada, a veces no entendía en que pensaba esta chica.

- Oye, tranquila, pero si lo piensas bien está genial, tú tienes su móvil y él tiene el tuyo, sólo tienes que llamarlo a él es decir, a ti, y quedáis con la excusa de que te devuelva el móvil y si eres un poco lista aprovecharás la oportunidad.

-No está tan mal pensando. - ¿Desde cuándo Laura estaba de acuerdo con Vero?

-Pues ya somos tres las que lo pesamos. - ¿Qué?

-¿Lo veis? ¡Soy un genio!- presumió Vero.

-No lo veo tan claro.- protestó Ariana.

-Pero ¿no quieres recuperar tu móvil? – preguntó Laura

-Sí, claro que lo quiero.

-Pues entonces no te queda otra, tendrás que verlo pero puedes aprovechar tu oportunidad o dejarla pasar y, si es tan perfecto como dices sería una gran tontería no aprovecharla.- y resignada se dio cuenta de que si quería su móvil tendría que volver a ver al chico que la había dejado completamente paralizada. ¿Casualidad o destino?

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