lunes, 30 de julio de 2012

Capítulo 2 (nueva versión)

El instituto es un edificio de construcción más o menos reciente pero no demasiado bonito ni por fuera, ni por dentro. Las paredes son blancas y el suelo de mármol, en general es un ambiente bastante frío pero cuando está lleno de estudiantes esa sensación se reduce bastante. Consta de cuatro plantas: la primera está dedicada a lo que es la administración y todo el papeleo, la segunda para las clases de secundaria, la tercera para las de bachillerato. A la cuarta sólo habían subido cuatro alumnos, una tarde de verano, y de forma clandestina. Sólo ellos cuatro sabían lo que había allí y lo que había pasado esa tarde. También habían prometido mantenerlo en secreto. El resto suponía que se utilizaría para guardar todos los objetos viejos e inservibles, pero todo esto sólo era una suposición.

La mañana transcurrió normal, como otra cualquiera. Laura destacaba como siempre en las clases de matemáticas, participaba y se lo pasaba en grande. Al resto, en cambio, les faltaba poco para dormirse aunque eso no era ninguna novedad. Erica se mostraba muy interesada en las clases de biología, adoraba todo lo relacionado con los seres vivos y los animales. Sería una buena veterinaria. El ánimo de Vero parecía que mejoraba con el paso de la mañana, cada vez estaban más cerca de terminar las clases. Ariana deseaba que llegara la clase de historia de última hora no sólo por el hecho de que con ella terminarían las clases, además el profesor estaba buenísimo, tendría unos veinticinco años, estaba cachas y tenía una sonrisa de esas que enamoran. Las clases de historia le gustaban de verdad, no sólo por el profesor, le gustaba ver como alguien que en un principio no era nadie podía convertirse en una gran celeridad hasta el punto de que chicos de todo el planeta tuvieran que estudiarse toda su vida si querían aprobar y dependieran de un día en concreto de la vida de este personaje para ir a Septiembre o no. Pero sobretodo le gustaba pensar que eso podría ocurrirle a ella, que podría ser importante. Cuando sonó el timbre les faltó tiempo para salir a la calle. Las cuatro amigas se despidieron y cada una siguió su camino hacia casa.
Cuando Ariana llegó a casa se le vino encima el olor de espaguetis a la carbonara, esta vez su madre se había esmerado. Así que para impedir que a su madre se le pasara el buen día que llevaba se dispuso a ayudarla, se encargó de poner la mesa mientras Alberto con la ayuda de su hermana intentaban arreglar la televisión que de repente había dejado de verse, para poder ver las noticias mientras comían. A las tres en punto todos se detuvieron a la vez como si estuvieran programados para responder a la llamada de la voz de Lucía.

-¡A comer! – y sin que hiciera falta repetirlo se sentaron.

La pasta de Lucía es prácticamente una leyenda en aquella familia, si hay comida familiar ¿qué hace Lucía? ¡Pues pasta! Si Lucía no sabe qué hacer de comer ¿cuál es su opción? ¡Pasta! Pero a ninguno les importaba, la pasta que cocinaba aquella mujer era la mejor de todas. Al final no consiguieron ver las noticias porque la televisión no funcionó. A Ariana le encantó la idea de librarse de las típicas preguntas de Nerea:
"¿Por qué? ¿Qué pasó? ¿Qué es eso?"
En cambio Alberto no podía comer sin ver las noticias y decidió que tendrían que comprar una televisión nueva. En ese mismo momento la mente de Nerea comenzó a fantasear con aquella televisión rosa de la Barbie que había visto en el catálogo de los juguetes de Navidad.
Todos se comieron el plato entero y Ariana incluso repitió, le encantaba la pasta. Cuando acabó fue a lavarse los dientes y se puso a hacer los deberes y a estudiar ya que al día siguiente tenía un examen, en menos de una hora había terminado. Se sentó en la cama y agarró el portátil, lo encendió e inició sesión en el tuenti. Una petición de amistad, le dio y vio que David Fernández quería ser su amigo, era un chico de su clase, no hablaban casi nunca pero aun así la aceptó. Tenía también dos nuevos comentarios: uno de Erica diciendo que la llamaría a la noche y otro de Vero pidiéndole los deberes de geografía. Antes de que se le olvidara se los envió por privado. Por último un comentario en una foto suya en primer plano. Salía perfecta en aquella foto, con su sonrisa torcida y sus brillantes ojos llenando la foto. El comentario decía: "¡Qué guapa!" Era de un chico de su instituto, estaba en segundo de bachillerato. Lo había conocido oficialmente a finales de verano y aquel encuentro había sido un tanto extraño. Sacudió la cabeza al recordar aquella tarde. El chico se llama Dani Arias. Está muy bueno pero no acababa de fiarse de él, además desde aquel día no habían vuelto a hablarse. No entendía porque comentaba su foto, así que no se molestó en responderle. Cerró la sesión y se fue a duchar, el baño en sí no le llevó demasiado tiempo pero secar y alisar el pelo ya era otra cosa. Cuando salió del baño Alberto ya estaba en casa viendo Atrapa un millón, le encantaban los concursos de preguntas y siempre probaba a responderlas, casi siempre las acertaba. Muchas veces decía que un día se presentaría, ganaría y las haría millonarias, si realmente se decidiera a presentarse tenía muchas posibilidades. Cuando acabó de cenar Erica ,como había dicho, la llamó.

-¿Sí?

-¡Hola! Soy yo, Erica.

- ¡Hola Erica!

Pasaron cerca de una hora hablando de cosa sin importancia, de todo y de nada, quien salía con quien o quienes lo habían dejado, riéndose y escuchándose hasta que al final cansadas y con sueño, colgaron. Se fue a su habitación y tacha el día de hoy en el calendario, sólo faltaba un día para su cumpleaños, un día y tendría ya sus ansiados diecisiete, y así con la ilusión de poder cumplir un año más se durmió.
 
Al día siguiente siguió su rutina de siempre. Despertador, pie derecho, desayuno, prepararse, instituto. Las clases pasaban lentas y los discursos de los profesores eran interminables. Luego llegó la hora del examen. La mayoría de los profesores de aquel instituto eran serios, disciplinados y con una cara de las que te impiden hablar por miedo a que te digan algo, porque cuando se trata de ponerte en tu lugar por contestar una tontería eran los mejores. Sin embargo, aquellos señores que les daban clase y que pronto se tendrían que jubilar, la mayoría (a excepción del guapísimo de historia) rozaban los sesenta y algo, ponían de vez en cuando algunos exámenes fáciles (aunque aquello no era lo habitual), por ejemplo, el de aquella mañana. Era tan fácil que prácticamente a nadie le hicieron falta las típicas miraditas que se echan al compañero de al lado, y a penas se escuchaba un susurro en la clase, solo el movimiento del bolígrafo sobre el papel. Incluso Vero contaba con aprobar sobrada.
 
 
-¡Ari, por favor!

-No, Nerea, tengo mucho que hacer.- dice Ariana mientras teclea algo en su portátil. La niña levantó una ceja como diciendo: "¿Enserio?" No se le escapaba una.

-¡Por favor! – dice esta vez de rodillas y poniendo esos ojitos a los que su hermana no se puede resistir.

Ariana suspira. Nerea sonríe. Lo ha conseguido, lo sabe, si es que esa mirada…

-Venga, vamos.- cede Ariana a la vez que apaga el ordenador.

-¡Gracias Ari! – grita la niña contenta, a la vez que se cuelga del cuello de su hermana.

-¡Nerea coge la chaqueta! – manda Lucía desde el salón que, a pesar de estar enfrascada en sus bocetos, escucha los gritos de victoria de su hija.

Y Nerea obedece, coge su chaqueta y su cámara de fotos. Luego espera a su hermana en el salón, que llega con una bufanda para ponerle a su hermana.

-Adiós mamá.- suelta Nerea, orgullosa de sus logros, antes de cerrar la puerta.
 


-¡Ari sonríe! – y saca una foto.

-¡Quiero verla! – protesta.

-Sales tan guapa como siempre – contesta con una sonrisita de satisfacción por el resultado de la fotografía y le da la cámara.

Mira la foto y pude verse, enfocada, con una amplia sonrisa y los árboles del parque de fondo, estaba perfectamente encuadrada siguiendo la regla de los tercios (la imagen se divide en nueve partes iguales y el atractivo principal de la imagen debe colocarse en los puntos de intersección-) que le había explicado su padre. Alberto pensaba que si alguien tenía talento había que aprovecharlo y ayudaba a su hija en todo lo que podía, así de paso, también aprendía algo él. Nerea siguió toda la tarde sacando fotos a todo lo que veía: flores, pájaros, mariposas…También corrió, saltó y montó mil veces en los columpios. Cuando llegaron a casa estaba agotada y se fue a la cama en cuanto pudo. Cuando Ariana se fue a su habitación abrió el tuenti, después de comprobar todas las novedades que tenía hizo click en inicio y vió que Erica tenía un nuevo estado: "Te digo que un día vas a mirar hacia atrás y te vas a dar cuenta de que tu norte está en mi ojos y todo lo demás es pura geografía barata e ineficaz." Rápidamente y sin dudarlo cogió el teléfono y la llamó.

-¿Hola?

-¿¡Qué es ese estado!?

-Hola ¡eh! Pues mi estado es una frase, ¿a qué es bonita? – y ambas se ríen.

-A mí no me engañas, tú no pones los estados por poner, explícamelo todo.- dice contundente, luego añade.- Y sí que es bonita.

-Está bien… -suspiró y se quedó callada. Por un momento pensó en callarse. Luego recordó que si lo hacía, Ariana la sometería a un tercer grado, así que continuó hablando- Hace cosa de unas semanas una amiga me presentó a un chico, hablamos, nos llevamos guay, conectamos pero supongo que cada uno lo ve de forma diferente. Cuando hablo con él me hace sentir especial ¿sabes? Que soy alguien más que la chica mona rubia y de ojos azules

-¿Y quién es ese chico?

-Yago López.-suspiró.

En cuanto escuchó el nombre Ariana entendió el motivo de la frustración de su amiga. Yago era guapísimo, moreno y fuerte. Estaba en segundo de Bachillerato. Era conocido en todo el instituto, jugaba al fútbol y se la daba realmente bien. Siempre estaba rodeado de chicas que babeaban por él y las que no lo hacían tampoco les importaría que se fijara en ellas, Ariana se incluye en este grupo. Así que entendía porque Erica estaba así, se veía incapaz de conseguir algo con él siendo el chico más solicitado del instituto.

-Sí, lo sé, es imposible. – dijo apenada.

El tiempo se les pasó volando, Erica le explicó toda su historia con Yago. Le recreó todas y cada una de sus conversaciones, le contó lo que había pasado cada vez que habían quedado. Ariana trató de animarla, ayudarla y consolarla. Y así, entre confesiones y ánimos pasaron las horas y ya eran cerca de las cuatro de la mañana.

-Bueno, muchas gracias por ayudarme. Por cierto, felicidades Ari. ¡Qué ya es veinticinco! Mañana te cantaré el cumpleaños feliz y te tiraré de las orejas así que prepárate. – y colgó, era cierto hoy era el día de su cumpleaños y casi tenía diecisiete años, solo faltaban unas horas.
Se levantó de la cama y fue a tachar el día de hoy en el calendario. Ya estaba, se habían acabado los meses de espera. Se durmió y soñó con una gran fiesta de cumpleaños con todos sus amigos y música a todo volumen, todos bailaban y lo pasaban bien, todo era perfectamente perfecto.

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