martes, 17 de enero de 2012

Capítulo 24.

-¡No puedo creer que no te hayas dado cuenta de que era él!- dije gritando.
Después de aquel pequeño encontronazo nos habíamos ido a hablar a solas, supongo que Laura se había dado cuenta de la cara que puse al verlo y sospechó que algo no iba bien.  No sabía si me molestaba más el hecho de haberlo visto, o haberlo visto con ella. Y ahora aquí estábamos las dos, ella hablando y yo gritando como una completa histérica; con los dos cubatas en la mano; en los baños. Justo después de mi grito, entró una vampiresa “sexy” que acaba de mirarnos con cara de pocos amigos, si es que los gritos para el dolor de cabeza no van muy bien…
-Hay muchos chicos que se llaman Cristian, ¡yo que sabía!
-¡Pero no tantos que sean idénticos a él!
-Te repito que no tenía ni idea, y además tranquila, no me interesa.
-¡No es eso lo que me pone nerviosa!-
-Oye, para de gritar.- me pidió.
-¡Eso!- dijo la vampiresa.
-¡Tú calla!- contestó una voz desde la puerta, me giré y vi que era Vero.- Creo que eso que tienes en la mano es mío.
Extendió la mano y me sacó uno de los vasos que sostenía. En ese instante la vampiresa salió y todo el baño se quedó en silencio. Se lavó las manos en el lavabo, se las secó, se miró unas diez veces en el espejo, se retocó la raya y salió. Tras un par de segundos incómodos fue Vero quien decidió hablar.
-¿Quién me va a contar lo que estaba pasando?
-Resulta que el futuro novio…
-¡Eh! Ya te he aclarado eso.- interrumpió.
-Lo que tú digas.- proseguí.- Pues resulta que el chico que le has presentado a Laura es CRISTIÁN.- dije dándole énfasis a su nombre.
-Eso ya lo sé, no soy tonta.
-Verás,- explicó Laura.- no es cualquier Cristián. Es SU Cristián.
-¡No me jodas!- soltó Vero, tan natural como siempre.
-¡No es mi nada!- reproché antes de que nadie dijera nada.
-¿Entonces por qué te pones así? – preguntó Vero.
-Pues… porque… ¿Dónde está Erica?- cambié de tema.
-Bailando.
-¿Sola?- inquirí.
-No, con Yago.-suspiré.- Oye, no sabía que Cristián era ese Cristián, ya no me acordaba de él para nada.
En ese momento me di cuenta de lo inmadura que había sido por montar toda aquella escena, y además sin motivos. ¡Qué más me daba a mí que estuviera allí o que hablara con Laura!
-No, perdónadme a mí. Si quieres algo con él a mi no me tiene que importar…
-¡Que no quiero nada, pesada! ¿Lo entiendes? ¡Nada!
Y ahora me sentía más tonta todavía por haber visto algo que no existía.
-¿Solucionado?- preguntó Vero y todas asentimos.- ¡Pues vámonos!
Y juntas nos despedimos del baño y saludamos a una pista de baile que, cada vez más llena, nos invitaba a entrar. Pero a pesar de mi aparente compostura por dentro era todo nervios y dudas. Creo que recé a dioses de todas las religiones- eso que yo no creo mucho- para evitar volver a hablar con él, para evitar volver atrás pero sobretodo para evitar hacer daño a la persona que me había hecho feliz de forma completamente desinteresada. ¿Por qué cuando menos te lo esperas, y menos lo necesitas, al mundo, al karma, al destino o lo que quiera que sea le apetece cambiar las cosas y estropear todo aquello que tanto esfuerzo te ha costado conseguir? ¿Por qué hay que complicar tanto las cosas, cuando todo va tan bien? ¿Por qué romper esa aparente estabilidad?
Traté de sacarme todos aquellos pensamientos de mi mente y concentrarme en la música, en pasarlo bien. Y parecía que el Get Back de Alexandra Stan lo estaba consiguiendo cuando  mis ojos se detuvieron, por casualidad o quizá no lo fue tanto, en él. Entonces se giró, clavó sus ojos en los míos y tras una milésima de segunda, que a mí se me hizo eterna, aparté de allí mi mirada. ¡Y dudas, dudas y más dudas! ¿Por qué tenía que ser tan difícil?
-Vengo ahora,- dije.- voy a sentarme un rato que estoy cansada.
Y la verdad es sí lo estaba, no sé si de bailar o de tantos conflictos que ahora mismo ocurrían en mi cabeza. Vi un par de sillones vacíos y me senté en uno. Cogí la Blackberry y vi que tenía un mensaje: Dani.
“Espero que lo pases muy bien, pero no te olvides de mí, ¿si?”
¡Y ahora culpabilidad, culpabilidad y culpabilidad! ¿Cómo podía estar celosa de una amiga, UNA AMIGA, cuando yo ya tenía pareja?
-Hola.- dijo de pronto una voz a mi lado. No contaba con eso, así que me sobresalté y el móvil se me calló de las manos.- Toma.
Y me tendió el móvil una mano demasiado familiar, una que ya me había devuelto mi móvil meses atrás, la de Cristian.
-¿Por qué siempre que te veo es para devolverte el móvil?- no contesté y me concentré en la pantalla.
Pasaron unos diez segundos en silencio. Yo sólo quería que se fuese.
-Tengo la sensación de que me estás evitando.- dijo finalmente.
-Lo estoy haciendo.- dije encogiéndome de hombros pero sin apartar la mirada de la pantalla. ¡Por nada del mundo quería mirarlo a los ojos!
-¿Por qué? Si se puede saber.- y me lo imaginé con esa gran sonrisa que él tenía. Y en cuanto ese pensamiento pasó por mi mente me arrepentí de haberlo pensado. ¡No podía verlo ni imaginarlo!
-Es simple, no quiero hablar contigo.
-Ahora mismo lo estás haciendo.
-Tienes razón, no lo volveré a hacer.
Me levanté y me fui sin mirarle. Esperaba que no me siguiera y no lo hizo, había captado la indirecta aunque había sido muy directa. Cuando ya estaba lo suficientemente lejos me giré, él todavía seguía sentado en el sillón donde lo había dejado, pero estaba mirando hacía mí con su enorme sonrisa.

También en tuenti:

2 comentarios:

  1. ¿Todo esto es tuyo? ¡Impresionante!
    Despues de ver este blog, el mío me da verguenza :S
    Me encanta.♥

    ResponderEliminar