martes, 10 de enero de 2012

Capítulo 23.

Noche de Carnaval. Calles llenas a rebosar. Gente oculta tras una máscara. Personas que, por una noche, juegan a ser lo que siempre han soñado ser. Y en el medio de toda esta multitud, nosotras cuatro. Mirada al frente, paso firme y decidido. Si estamos juntas ¿a qué temer? ¿Qué más podría importar?
-¿Tenéis todas la entrada?- preguntó Vero que ya se había colocado en la cola.
Todas asentimos.
-Bien, sólo espero que no nos pidan el DNI.- dijo mientras le entregaba la entrada al portero.
Las cuatro habíamos entrado sin ningún problema, tal vez alguna mirada de desconfianza pero nada que la altura de nuestros tacones no pudiera disimular, nos hacían parecer más mayores.              Si la calle estaba llena de personas que fingían ser otras, la discoteca lo estaba todavía más.   Tenía varias plantas, todas comunicadas entre ellas. La entrada estaba en la más alta y desde allí se podían ver montones de gente que se arremolinaban en el centro, en medio de una pista de baile que parecía no tener fin. Manos alzadas, melenas al aire, saltos, giros lo que fuera con tal de no estar quietos. Y es que eso es lo que tiene el Bailando por ahí  de Juan Magán, en cuanto la oyes no puedes evitar seguirle el ritmo. Luces de miles de colores aparecían y desaparecían continuamente mientras la música seguía sonando, creando ese efecto de cámara lenta que marea.
-Buen ambiente, ¿no?- volvió a preguntar Vero ya bailando.
-La verdad es que has acertado de pleno con el sitio.- coincidió Erica.
-Lástima que sea la única que va a pillar cacho,- dijo Vero sonriendo, con la mirada fija en alguien.- y ya tengo un objetivo.
-¿Y nos vas a dejar solas por irte con ese, sea quien sea?- quiso saber Laura.
-Hombre, ¿qué esperabas?
-Eres la peor, ¿lo sabes?
-¡Ala, que exagerada eres!
-No lo soy.                                                                                                                                                                      
Miré hacia Erica, ella miraba hacía mí. Las dos teníamos la misma mirada: se avecina discusión.
-¿Pero estarás un rato con nosotras antes, no?- intervino Erica.
-Claro que sí, no le voy a entrar ya. Todo a su tiempo.
-Pues ya está, haya paz.- dije.- Y vamos para abajo.
Y dicho esto volvió la paz, y comenzó una noche que daría mucho de sí.
-Mirad, ese es el chico que os decía.- anunció Vero.
Se trataba de un chico no demasiado guapo, al menos para mi gusto, y que definitivamente no encajaba con el tipo de chicos con los que Vero salía. Tenía un cuerpazo, para que negarlo, pero sus ojos negros estaba prácticamente tapados por grasientos rizos negros. “¿Cuándo habrá sido la última vez que se lavó el pelo?” pensé. Luego vi que su cara estaba llena de granos y le agradecí a su barba de tres días impedirme dejar de ver el resto. Su ropa no estaba mal.
-¿Ese?- pregunté confusa.
-Sí, ¿qué le pasa?
-Que es algo feo, ¿no?
-Yo le sacaría el algo.- dijo Erica.
-Completamente de acuerdo.- coincidió Laura.
-¿Cómo que es feo?
-Hombre, si se lavara el pelo podría mejorar.- por lo visto no era la única que lo pensaba.
-Da igual, está decidido. Si tiene un amigo te lo presentó, ¿vale Laura?
-Si es como él, puedes ahorrártelo.
Y tras levantar el dedo corazón, visiblemente, se giró y caminó hacía su destino.
-Veamos que hace.- propuso Laura.
Vero caminaba con dificultad entre la multitud que la empujaba de un lado para otro, y entonces tropezó.
-¡Qué mala suerte!- dijo Erica.
-No creo que haya sido mala suerte.- la contradije.- Mira.
Había caído justo donde tenía que caer, en los brazos de aquel chico. Deseé tener superpoderes y escuchar todo lo que se decían, pero con el volumen de la música eso era realmente imposible. Entonces volvió.
-Vente conmigo.- dijo agarrando a Laura por el brazo.- Tiene un amigo, en realidad más pero no creo que estéis interesadas.
Erica y yo negamos con la cabeza.
-¿Cómo es?- preguntó Laura.
-Mucho mejor que el mío.- contestó Vero a regañadientes, y Laura fue con ella.
-Y aquí quedamos solas tú y yo.- dije.
-¿Bien llegamos, no?
-Claro que sí.
Y nos mezclamos entre la multitud, bailando como todos al ritmo de David Guetta y Where then girls at?
-Míralas, están allí.- dijo Erica.- ¿Vamos?
-Venga, que tengo curiosidad por saber como es el de Laura.
En cuanto estuvimos lo suficientemente cerca Vero se giró, nos vio y empezó a llamarnos con la mano.
-Este es Javi.- dijo señalando al chico feo.
-Hola.- contestamos Erica y yo a la vez, aunque yo más tímidamente.
-Hola.- dijo Javi, que no nos hizo demasiado caso.
-Parece que Laura ha hecho buenas migas con su chico.- comentó Erica mirando hacía la barra, donde Laura no paraba de reírse con un chico que me daba la espalda.
-Sí, ¿verdad?- se acercó a nosotras, supongo que para que él no la escuchara.- Está muy bueno, ese tenía que ser para mí.
-Eso te pasa por acelerada.- le contesté.
- Y por superficial,- añadió Erica- porque si no lo fueras Javi te encantaría.
Y a mí me entró un gran ataque de risa, aunque a Vero no pareció causarle la misma gracia.
-No es tan feo, ¿no?
-Un poco.- dije tratando de animarla, pero sin engañarla.
-Bastante.- contestó Erica, que siempre iba con la verdad por delante. Vero suspiró.
-En menuda me he metido, necesito un cubata, ¿alguna voluntaria?
-Está bien voy yo, y así veo como de bien está.
-Demasiado.- suspiró Vero.
-Entonces voy yo también.- dijo Erica.
-No, tú aquí conmigo a ver si se le va ocurrir que bailemos pegados.
Y entre risas me acerqué hasta la barra a por el cubata de Vero. ¿En que estaría pensando mi amiga cuando decidió acercarse a aquel tipo? ¡Si ahora prácticamente huía de él! Supongo que las luces confundían un poco…
Me apoye en la barra, para esperar a mi turno, justo al lado del misterioso chico de Laura. ¡Qué bien olía, y qué familiar era aquel olor! Me incliné un poco hacía delante, en parte para que Laura me viera, en parte para que lo hiciera el camarero. La primera en hacerlo fue ella.
-¡Hola!- dijo Laura.
-¡Hola!- contesté.
-Esta es mi amiga Ariana.- le dijo al chico.- Ariana este es Cristián.
Cuando oí su nombre me quedé helada, pero cuando se giró y lo vi ya era tarde para decirle a mi cuerpo que parara de temblar. Entonces todo transcurrió muy rápido, en menos de un segundo. Todos aquellos recuerdos reprimidos durante meses combatían entre ellos para ser los primeros en salir, intentando dejar una estela de dolor y sufrimiento en forma de lágrimas.
-Hola, otra vez.- dijo con su amplia sonrisa.
-Hola.- contesté con mi voz temblorosa.
Fue entonces cuando se acercó el camarero.
-¿Qué quieres?
-Ponme un cubata…-  y entonces pensé en la noche que posiblemente me esperaba.- no, mejor que sean dos.

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