lunes, 24 de diciembre de 2012

Capítulo 17

-Despierta, - dijo alguien a la vez que la zarandeaba, ¿por qué la molestaban?- ya es muy tarde.
Poco a poco comenzó a abrir los ojos, le costaba, estaba muy cansada y además se encontraba fatal. Hacía mucho frío en la habitación, ah no, ahora hacía calor.
-Me siento fatal, - dijo tratando de despegar la lengua a la vez que abría totalmente los ojos para ver con quién hablaba.- mamá.
-Claro, llegando tan tarde.-lo dejo caer con cierta ironía ya que la noche anterior había llegado a las dos, aunque la hora marcada había sido la una.
-No, te lo digo de verdad, - empezó a toser- no me siento nada bien.- más tos.
Ante semejante insistencia Lucía, como todas las madres, le puso la mano en la frente y se concentró en ver si tenía fiebre.
¿Y si me traes un termómetro?” pensó Ariana, pero no se lo dijo ¿para qué discutir?
-Mmm… - ¿Es que tenía algún tipo de poder mágico en aquella mano?- iré a por el termómetro.- ¡Menos mal!
Al final resultó que sí que tenía fiebre, treinta y ocho, y supuso que se debía a la “ducha” que se había dado por la noche.
-Cariño voy llevar a Nerea al cole y después a trabajar, ¿estás segura de que estarás bien?
-Sin problema.- respondió a la vez que sentía como si algo le desgarrara la garganta y tosió sin parar.
-Cualquier cosa llámame.- le dio un beso.- Adiós.
Escuchó cerrarse la puerta y supo que estaba oficialmente sola, pero no pudo disfrutar demasiado de esa soledad ya que sus párpados comenzaron a cerrarse hasta que se perdió en su propio sueño…
En el sueño era una espectadora, la espectadora de su propia vida en los últimos meses. Mientras engullía a montones las palomitas, podía ver que eso días habían sido una montaña rusa de sentimientos. A veces tan arriba, a veces tan abajo. Aparecía Dani que conseguía estabilizar su viaje por aquella atracción que era su vida, pero ni de lejos podía hacerme subir tan alto como Cristián. Cristián, que desde el primer momento que le vio disparó su corazón. Cristián, que desde que se fue había dejado un vacío que no se podía llenar con nada ni con nadie. Y ahí estaba ella y su estúpida costumbre de sentir que pierde lo que ni siquiera había sido suyo.
Se despertó empapada en sudor, con un montón de calor, la fiebre había vuelto a subir. Fue a la cocina a por algo para bajársela y volvió a la cama. Seguía recordando el sueño como si lo estuviera viviendo ahora mismo. Lo odiaba: al sueño, a Cristián y a ella misma. Al sueño por recordarle día tras día lo imperfecta que era su vida, lo imperfecta que era ella. A Cristián por hacerle creer algo que no era, por darle ilusiones. A ella por creer todo aquello, por pensar que tal vez podría funcionar algo que nunca llegó a empezar.
Pasó el resto de la mañana tumbada en la cama sin hacer nada. Miraba el Tuenti de vez en cuando pero sacada la primera vez ya no había novedades. Desesperada se levantó y se plantó en frente a la estantería de los libros, ¿cuál no habría leído?
Empezó a pasar los dedos por cada uno, intentando decidirme. ¡Todos leídos! Entonces se dio cuenta que en el estante de abajo había uno de sus libros. Tenía un marcador que indicaba que había empezado a leerlo, pero aún faltaba mucho para acabarlo, ¿por qué lo habría dejado? Lo cogió y observó la portada, The Host, de Stephanie Meyer. Lo abrió por la primera página y empezó a leer.
El sanador se llamaba Fords Deep Waters…”
Poco a poco se fue metiendo de lleno en la lectura, en aquella peculiar historia que hablaba de alienígenas que llegan a la Tierra y se hospedan los cuerpos de los humanos, al principio de forma más lenta pero a medida que avanzaba los minutos se le pasaron volando y su cabeza dejó de pensar en algo que no fuera en lo que estaba leyendo. Devoraba las páginas como si de aquello dependiera su existencia, pasaba página tras página sin cansarse. Tan concentrada estaba que ni se enteró de que su madre había llegado con Nerea.
-¿Cómo estás enfermita? - preguntó Nerea abalanzándose sobre su hermana.
-Bueno, ahí estamos.- contestó sin despegar la vista del libro.
-¿Qué lees?- inquirió curiosa.
-Un libro.
-¡Eso ya lo sabía! – Echó a reír.- ¿Has leído todo eso hoy?
-Ajá.
-¡Jo, pues sí que lees!
-¿Qué tal estás? – preguntó su madre que acababa de entrar en la habitación.
-Algo mejor.- dijo otra vez sin apartar los ojos del libro.
-Mira mami, ha leído todo eso.- interrumpió Nerea realmente fascinada.
-¡Ya está!- había acabado el capítulo y ahora sí que podía mantener una conversación normal.
-¿Y ese colgante? – inquirió Lucía que hasta ahora no se había dado cuenta de él.
-Un regalo.- contestó tocándolo y al sentir la pequeña torre en sus dedos recordó lo increíble que, a pesar de todo, había sido la noche anterior.
-Es precioso.- supo por el tono de su voz que intuía quien podía haber sido la persona que se lo había regalado.


A penas comió nada y antes de volver a la cama volvió a tomar algo para bajar la fiebre. Estaba deseosa por volver a coger el libro y no podía creer lo mucho que la había enganchado.
Transcurrieron una, o tal vez dos semanas, no lo sé con exactitud…”
Siguió leyendo toda la tarde, interesándose por cada palabra deseando poder acabarlo para ver qué pasaba y a la vez no queriendo acabar nunca.
-Tienes visita.- dijo de repente Nerea, que acaba de llegar corriendo.
-¡Hola! – dijeron Vero y Erica.
-Hola chicas.- entraron mientras Ariana esperaba que también lo hiciera una tercera, pero no apareció por ninguna parte.- ¿Y Laura?
Suspiraron a la vez, algo malo había pasado.
-Verás,- comenzó a decir Erica.- ya sabes que ha estado rara estos días y tal…
-Sí.- interrumpió para que se dejara de rodeos.
-Pues hoy nos han dado el examen de Matemáticas, el que estudiamos solas, por cierto has sacado un seis,- sonrió y Ariana con ella, no se esperaba el seis.- yo un cinco y medio…
-Yo un cuatro y medio.- Vero parecía feliz con su nota.
-…Laura un tres, creo que no le ha sentado muy bien.
-¿¡Y no viene por haber suspendido un puto examen!? ¡
-No, no creo que sea por eso, solo digo que el suspenso es tan raro o más que todo lo que ha pasado esta semana.
-Es raro pero… ¿habéis intentado hablar con ella?- preguntó y voi que Erica dudó.
-Le hemos dicho que veníamos, - se decidió a decir Vero.- ha pasado de nosotras y por aquí no la veo.
-¿Y tú cómo estás? – cambió Erica de tema.
-Bueno, sin mucho que hacer. Me he entregado por completo a la lectura.- enseñó el libro.
-¡Qué tochazo! – comentó Vero.
-No está mal.
-Ya veo que no, te has fundido casi medio libro en una mañana.- echaron a reír.
Siguieron hablando de cosas sin importancia y el tema Laura no se volvió a tocar, aunque todas seguían dándole vueltas en sus cabezas. Después Erica sacó de su mochila la Canon y se sacaron un par de fotos, Ariana con su pijama.
-Hola.- entró Nerea sonriendo en la habitación.
-Hola princesa.- dijo Erica que adoraba a Nerea, y la niña se tiró encima de ella. El cariño era mutuo.
-Hola enana.- a Vero le encantaba hacerla rabiar.
-No soy enana.- echó la lengua.
-¿Qué querías?- preguntó Ariana.
-Tienes más visita.- sonrió.
-¿Quién? – se fue corriendo y cuando volvió a entrar lo hizo de la mano de Dani.
-Él.- contestó señalándolo.
-Hola.- dijo tímidamente, ¿desde cuándo era tímido?
-Hola.- dijeron todas las chicas a la vez y eso hizo que se rieran y la tensión disminuyera.
-¿Foto grupal? – preguntó Erica, Dani se hizo un poco de rogar pero al final cedió.- Y ahora que ya tengo la foto me voy tranquila.
-¡Espera que me voy contigo!- Vero cogió su mochila.- Pónteme buena pronto, ¿vale?
-Se intentará.
-Te dejo todos los deberes que non han puesto.- le dedicó a Erica una mirada asesina.- ¿Qué? No venimos sólo a darte buenas noticias.
Se despidieron de todos y se fueron.
-Lo prometido es deuda,- dijo Dani sacando de su mochila un bloc de dibujo.- toma.
Cogió el cuaderno y cuidadosamente lo abrió por la primera página. Observó cada perfecta línea de cada perfecto dibujo, cada color, cada figura, cada forma. Allí donde mirara podía ver belleza, en esa farola dibujada en aquella calle, en las diminutas flores de un campo, en los brillantes ojos de un rostro, en una copa de vino medio llena, en ese cielo estrellado, en un mar infinito, en la puesta de sol. Todos aquellos trazos eran pura armonía.
-Guau.- suspiró a la vez que se detenía en el último de sus dibujos. En el dibujo había un inmenso mar que lo ocupaba prácticamente todo. Jugando con los colores y las olas conseguía crear una perfecta ilusión de profundidad. En el mar había un joven de espaldas y en sus brazos llevaba a una chica preciosa, una chica feliz en brazos de la persona a la que quiere. El cielo estaba plagado de estrellas, tan pequeñas y brillantes como las de anoche.
-¿Te gusta?
-Me encanta.
-Lo hice ayer a la noche, después de dejarte. Si quieres es tuyo.
-¿Me lo regalarías?
- Me encantaría poder hacerlo.- se acercó poco a poco a él y cuando sus labios estaban a escasos milímetros de rozarse…
-Ari…- entró Lucía y automáticamente se separaron.-… ana. Lo siento, pensé que estabas sola.
-No pasa nada.- sus mejillas estaban rojas sí o sí.- Mamá este es Dani. Dani esta es Lucía, mi madre.
-Hola.- dijo ella muy sonriente.
-Hola.- contestó él algo cohibido.
-¿Qué tienes ahí? – preguntó Lucía apuntando a sus dibujos.
-Son mis bocetos.
-¿Puedo?
-Claro.- y se los dio.
Lucía tardó incluso más que su hija en verlos todos. Ariana intuía, por la forma en que los miraba, que le gustaban y estaba en lo cierto.
-Son muy buenos.
-Gracias.- contestó pasándose la mano por él pelo.
Tras esto se embarcaron en una profunda conversación de la cual ella perdió el hilo antes de la mitad. Su madre le decía que siguiera dibujando, que tenía talento. Él le contaba sus proyectos de futuro. Descubrieron que aparte del dibujo tenían más cosas en común. Llegó un momento en el que se olvidaron de que una tercera persona también estaba allí. Finalmente Dani se fue.
-Ariana, me gusta este chico para ti.
Y ya se sabe que un chico gana puntos cuando le gusta a tus padres.

2 comentarios:

  1. He esperado tanto que sigas con tus entradas, es magnifico como escribes ya quiero leer la próxima y sobre lo de cristián creo que me ha pasado hace poco algo similar y me hizo sentirme identificada con Ariana, espero que pueda encontrar alguien que la haga volver a amar de verdad. Besos!

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    1. ¡Muchísimas gracias, de verdad! Lo mejor de todo esto es ver que hay gente, como tú, que de verdad espera cada capítulo y que consigue captar toda la esencia del libro. Besos!

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