miércoles, 17 de octubre de 2012

Capítulo 16



Cuando acabaron de cenar pidieron la cuenta que no tardó en llegar. Dani empezó a sacar la cartera de su bolsillo cuando la mano de ella detuvo su mano.
-Ni pienses que vas a pagar tú solo.
-¿De quién fue la idea de venir, tuya o mía?
-Tuya, pero…
-Ni pero ni nada, pago yo y no se hable más.
Pudieron pasar más de diez minutos discutiendo inútilmente y al final pago todo él.
-Ya tendrás tiempo para invitarme tú.- dijo para sacarle el enfado de encima, no lo consiguió.
-Eso no me consuela.- contestó Ariana poniendo morritos y me beso, eso hizo que todo el enfado se le pasara de golpe.- ¡Eso no vale!
-¿A qué ya no sigues de malas? – Negó con la cabeza.- Entonces sí que vale.
Y dicho esto salieron del restaurante cogidos de la mano. Fuera hacía frío, demasiado frío, y Ariana se esforzó para evitar tiritar. Para presumir hay que sufrir, habría dicho su madre, pero una chaqueta más gruesa no habría estado mal en aquel momento y seguro que habría encontrado una bien bonita. Eran cerca de las doce y ya estaba todo completamente oscuro, lo único que iluminaba la calle eran alguna que otra farola. El cielo estaba precioso, lleno de estrellas que brillaban como diminutos diamantes y acompañaban a la luna llena esa noche.
-¿Tienes frío?
-No, sólo algo de fresco. – mintió.
-Ten.- dijo sacándose la chaqueta.
-Un truco muy típico, ¿no?
-Puede pero, ¿a qué nadie te lo había hecho?-eso hizo que ella se riera..
-La verdad es que tienes razón.- y le puso su chaqueta en los hombros.- Y ahora desaparecerás misteriosamente y tendré que volver a verte, cosa que odiaría, para devolverte la chaqueta ¿no?
-Me has pillado,- contestó en una media sonrisa.- pero nunca pensé que odiarías verme.
-Pues ahora ya lo sabes.
 -Supongo que ahora es cuando “desaparezco misteriosamente”
-Ni se te ocurra hacerlo.
-Creía que odiabas verme.
-Por eso, así te la devuelvo hoy y no te tendré que volver a ver nunca más.- y ambos se juntaron en una risa infinita.- Una pregunta tonta que se me ocurre a mí.
-Dispara.
-¿Ahora no tienes tú frío?
-Nada que no pueda soportar, soy fuerte.- hizo ademán de remangarse el jersey, pero lo detuvo.
-Si te remangas tendrás más frío aún.
-Y tú no quieres que me constipe ¿no?
-Exacto.- sonrió.
-Entonces no te importara que haga esto.- la agarró por la cintura y se pegó a ella.- Yo lo llamo calor humano, ¿qué te parece?
-Que si sigues así tendré que devolverte la chaqueta.
Siguieron andando así, sin despegarse ni un milímetro y, probablemente acercándose todavía más a cada paso que daban. Ariana lo notaba tan cerca que podía oler su perfume, tan dulce como él, sentía el latido de su corazón casi como si fuera el suyo, notaba su respiración en sus oídos. Y en su cabeza comenzaron a aparecer aquellas preguntas que tanto la atormentaban: ¿Por qué no podía ser él? ¿Por qué su corazón se negaba a quererlo? Vale, sí, le había cogido un montón de cariño en todo este tiempo pero el amor no entiende de cariño, entiende de pasión. No entiende de esperas ni de cosas a medias, entiende de todo y ahora.
- Te recuerdo que todavía me debes algo.- dijo ella de repente, sin venir demasiado a cuento. Simplemente se acordó y lo soltó para no olvidarlo otra vez.
-¿El qué? ¿Un beso?
-Buen intento.
-Podría dártelo igualmente.
-Tal vez.- contestó haciéndose la indiferente y fue justamente esa “indiferencia” lo que lo animó aún más a hacerlo.
-Ya no te debo nada.- dijo sonriendo.
-Yo creo que sí.
-¿Te has quedado con ganas de más?- preguntó acercándose a ella.
-Quieto,- le puso la mano en la boca- que si no te lo digo ahora se me va a olvidar.
-Está bien.- sonrió y le dio un beso en la mano que estaba sobre su boca.- ¿Qué te debo?
-Prometiste enseñarme tus dibujos, y aún no los he visto.
-¿Era eso? – Ariana asintió.- Mañana mismo te los enseño.
-Estupendo.- y ambos sonrieron.- Ahora ya puedes hacer lo que querías hacer.
En cuanto acabó de decirlo ya sentía su boca sobre la suya y su cabeza se volvía a preguntar: ¿Por qué no puede ser él?
Siguieron andando, otra vez cogidos de la mano, hasta llegar al paseo marítimo. El mar, teñido de un color negro noche, estaba en calma aunque de vez en cuando podías oír el chocar de las olas contra las rocas. En aquella inmensa masa de agua estaban reflejados todos aquellos diminutos diamantes que, si levantabas la cabeza podrías ver en su hogar habitual.
-¿Bajamos a la playa? – propuso ella.
Nadie se negó así que se sacó los tacones, para no hundirse en la arena, y fueron hasta la playa.
-Venga te echó una carrera.- dijo Dani.
-¡Eso no vale, tengo que cargar con los zapatos!
-Trae.- se los cogió.- ¿Así estamos en igualdad de condiciones?
-No, soy muy lenta.- y se rió.
-Te doy cinco segundos de ventaja. ¿Lista?- y sin responder echó a correr aprovechando aquella ventaja.- ¡Cinco, cuatro, tres, dos, uno, voy!
Esta vez fue Dani quien empezó a correr, con lo rápido que él iba y lo torpe que ella era corriendo en la arena no tardaría en alcanzarla y no lo hizo. Llegó corriendo hacia ella y cuando estaba detrás la cogió y la llevó en volandas. En ese momento Ariana soltó un grito por la sorpresa.
-Así nadie tiene que perder, ¿no?
Ahora él iba andando y ella encima de él, cuando estaban muy cerca del mar se paró y la dejó en el suelo. Se quitó las Kawasaki, los calcetines y se subió un poco los pantalones.
-¿Qué piensas hacer?
-Ya lo verás.- contestó sonriendo pícaramente y volvió a cogerla pero esta vez de forma menos delicada, más bien como si fuera un saco.
Al igual que al inicio de la noche Dani tenía muy claro a donde ir y que hacer. Pero entonces ella tuvo una ligera idea de las intenciones del chico.
-¡No lo hagas, ni se te ocurra!- gritó dándole golpes en la espalda con las manos.
-Oh si.- pero ya estaban en el agua, los pies de Dani mojados y Ariana rezando para que no la tirara.
-Haré lo que quieres pero, ¡no me tires!
-¿Lo qué quiera?
-Sí, pero bájame de aquí.
-¿Qué se dice?
-Suenas como mi madre con mi hermana.
-¿Estás segura? Sería muy fácil para mí librarme del peso que llevo en la espalda.
-¡No, no, no! PORFAVOR, - dijo recalcando el por favor- no me tires.
-Está bien,- la dejó en la arena.- ahora la que debe algo eres tú.
-¿No deberías decidir tú lo que quieres?
-No, sorpréndeme.
-Como tú mandes.- hundió su mano en el agua y le tiré toda la que pude.- ¡Sorpresa!
-Eso no era precisamente lo que quería.
-¿Ah no? Yo tampoco quería caerme en el agua.
-Y todavía no lo has hecho.- entendió por ese todavía que esta vez sí que tenía intención de hacerlo y echó a correr y a reir, otra vez. La seguía cerca, casi logró atraparla en varias ocasiones pero extrañamente conseguía esquivarlo. Pero esa suerte no duró eternamente y al final la atrapó, la cogió y la zarandeó en el aire. Ella, entre risas, hizo todo lo posible por zafarse pero no lo consiguió.
-Ni lo sueñes.- dijo, pero ella no lo escuchó ya que comenzó a notar gotas de agua en sus piernas e instantáneamente empezó a patalear.- No te vas a librar.
Los pantalones de Dani empezaban a estar mojados y en cualquier momento ella también lo estaría pero de pies a cabeza. Entonces, casi como una medida desesperada, le agarró la cara entre sus manos y lo besó, él en medio del agua y ella sujeta por él, y aquel inocente beso comenzó a madurar y empezó a ser de todo, menos inocente. Ambos estaban completamente seguros de que si no hubieran estado en medio del agua ahora mismo estarían sobre una cama y con menos ropa encima. Siguieron besándose sin importar el tiempo y de repente se puso a llover.
-Vaya,- masculló.- te ha salido mal el plan, ahora te mojarás igual. Aunque reconozco que habías conseguido convencerme.
Ella sonrió, su plan había funcionado, y haciendo caso omiso a la lluvia volvieron a fundirse en un beso mojado y más intenso que el anterior.
-Vamos.- dijo dejándola en la arena agarrándola de la mano. Juntos echaron a correr en dirección al coche. Cuando consiguieron entrar ambos estaban empapados pero eso no pareció importar ya que volvieron a besarse y cada beso era mejor que el anterior, tenía más fuerza, más sabor. Las chaquetas empezaron a volar, su jersey desapareció, la camisa de ella se perdió y entonces…
-¡Atchiiiis! – estornudó.
-La lluvia no ha sido una gran idea, ¿no?
-Me parece que no.
-Te llevaré a casa.
Y mientras él encendía el coche, ella cogió su camisa y se vistió. No tenía claro si aquel estornudo había sido su salvación o su perdición.


9 comentarios:

  1. Pero que bien escribes!! :) me encanta

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  2. Me he enamorado :D deberías seguir haciendo esto linda! me suscribo por si decides volver a escribirte otro capitulo! un beso y felicidades! ;)

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    1. ¡Muchas gracias! Sí, claro que seguiré subiendo capítulos pero estoy liadísima con las clases y todo eso así que cuando mtenga un hueco me pondré a ello :)

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  3. ¡Muchísimas gracias, de verdad!
    Ahora mismito me paso :)

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  4. Por fin he podido pasarme a comentar, no creas que tenía tu historia olvidada. Cada vez me gusta más, me engancha más, me enamora más!! Qué bonito el momento en la playa, me gusta que se piquen así. Y lo del coche... ui, ui, yo tampoco podría decir si ese estornudo le vino bien o no. A lo mejor habría sido una locura dejarse llevar... o todo lo contrario.
    Por favor, sube pronto el siguiente que me tienes en ascuas!! Y no te olvides de avisarme, porfiis. Tengo tu blog en favoritos :D Pero aún así... desde que vea el aviso vendré corriendo a leerte.
    Un besote enorme cariño, y no dejes de escribir nunca de los nuncas!! ^-^ <3

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  5. me gusta muchisimo, yo ya te sigo, me encantan este tipo de blogs un beso
    http://abbiegold007.blogspot.com.es/

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